martes, 27 de enero de 2009

Estudio sobre la juventud LGTB

La FELGTB presentará el jueves un estudio sobre la juventud LGTB

Los resultados arrojan la necesidad de abordar la diversidad afectivo-sexual en la educación, principal objetivo de la FELGTB en 2009

El próximo jueves, 29 de enero, la FELGTB presentará un estudio que demuestra que más de la mitad de los jóvenes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) sufren violencia a causa de su orientación sexual o su identidad de género. Los resultados de la investigación “Jóvenes LGTB” exigen una actuación urgente contra la homofobia y la transfobia del Sistema Educativo. Dicha actuación es el principal objetivo para este año de la FELGTB, quien ha declarado el 2009 Año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación.

La Federación presentará asimismo el Año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación, una iniciativa que promoverá diversas actividades para concienciar tanto a la sociedad como a los poderes públicos de lo importante y lo urgente que es trabajar las diversas orientaciones sexuales y de identidad de género en la educación para que el contexto no recrimine a las y los jóvenes lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.
Cuándo: Jueves, 29 de enero de 2009. 11.00 horas
Quién: Antonio Poveda, presidente de la FELGTB, y Jesús Genérelo, coordinador del Área de Educación de la FELGTB y Marta Garchitorena, autora de la investigación.
Qué: Presentación de las conclusiones del estudio “Jóvenes LGTB” y del Año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación.
Dónde: Sede de COGAM. C/Puebla, 9. Madrid.

Para más información:

Nayra Marrero, prensa
913 604 605
nayra@felgt.org

lunes, 26 de enero de 2009

Mi nombre es Harvey Milk, una película para educar en los derechos humanos.




La Comisión de Educación de COGAM recomienda a educadores/as la película de Gus Van Sant recientemente estrenada para trabajar en las aulas la lucha por los derechos civiles y el respeto a la diversidad.


Mi nombre es Harvey Milk es una película del director estadounidense Gus Van Sant e interpretada por Sean Penn, James Franco, Josh Brolin y Diego Luna. En ella se cuenta la historia de Milk, un activista gay que vivió en los años 70 en San Francisco. Tras muchos años de lucha política, consiguió ser el primer político abiertamente gay en ser elegido para un puesto público en EEUU.

La película cuenta la situación de acoso y discriminación que vivían las personas LGTB en los años 70 y cómo la unión y la militancia activa los llevó a conseguir unos derechos básicos que les eran negados. Un ejemplo de la Historia que hay que enseñar y que ha de estar presente en los libros de texto al nivel de la lucha por la igualdad de las mujeres o por la igualdad racial.

Se trata de un documento de gran calidad cinematográfica y de altísimo valor pedagógico que puede ser de mucha utilidad para profesores de Historia, Educación para la Ciudadanía, Ética, Inglés, etc. y que les ayudará a cumplir el mandato de la LOE de atender a la diversidad afectivo-sexual. Especialmente en este 2009, Año de la Diversidad Afectivo-sexual en la Educación.

También se ha estrenado La clase (Entre les murs), una película del francés Laurent Cantet que obtuvo la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. En ella se muestra el trabajo durante un curso en el interior de un instituto. También se trata de un film que incita al debate sobre la función de la educación no solo en conocimientos, sino también en valores. En un momento dado, la película plantea la necesidad de trabajar transversalmente la diversidad afectivo-sexual.

Dos grandes películas recomendables para todos los públicos e imprescindibles para las personas profesionales de la educación o interesadas por la misma.




(Texto de la comisión de educación de COGAM)

miércoles, 21 de enero de 2009

No ir de víctimas

A lo largo de cualquier relación, sea de amigos, familiar o de pareja, se producen conflictos, tensiones, situaciones injustas, olvidos de cosas importantes, desatenciones…Uno puede tomárselo de muchas maneras. Si la tendencia es a tomárselo en “plan de víctima” se va a sufrir, y se va a hacer sufrir, mucho. Veamos como evitar esos sufrimientos y los tipos de víctima que podemos vivir.

A veces podemos ser víctimas de algo que el otro nos hace o dice con maldad y con voluntad de herir; otras veces nos hace daño involuntariamente; en otros casos teníamos unas expectativas sobre su conducta que no se cumplió (teníamos deseos no expresados o necesidades que esperábamos que el otro adivinara). Sea el motivo que sea uno no tiene por qué quedarse en ese lugar de víctima en el que nos colocó el otro, (o nos colocamos nosotros), sino que puede, y debe, solucionar el dolor o el conflicto cuanto antes.
Para conseguir esto hace falta entrenarse y practicar una nueva actitud hacia nuestras emociones, para distanciarnos de lo que ocurre en ese momento.
Si me cabreo o me siento dolido, o me siento humillado o soy tratado injustamente…lo importante es tomar algo de distancia con uno mismo y poder darse cuenta de lo que está pasando con nuestras emociones, y también con las intenciones o emociones del otro. Muchas veces éste no nos ha hecho nada con deseo de dañar o con voluntad de provocar, sino que se ha limitado a actuar con su manera de ser. Y esa manera de ser puede ser egoísta, o descuidada, o poco empática. O tener un pronto de mal genio. Pero probablemente no sea nada nuevo, sino que sea conocido por nosotros, y en todo caso sea algo que viene en el lote con esa persona con la que hemos decidido relacionarnos.
Por tanto si mi pareja o mi amigo es de una manera, tengo que intentar conocerle, para pedirle que no me haga determinadas cosas que me duelen, y prevenir y limitar lo que sé que no puede cambiar. Y si soy yo el que no pide lo que necesita o desea, tengo que aprender a ser más claro y pedir activamente. Es decir, transformo mi posición de víctima (que es pasiva) en algo activo: le pido (lo que quiero que me haga y lo que no me haga), hablo con él o ella, intento encontrar soluciones, y en todo caso acepto concientemente que si no puede cambiar, no voy a darle demasiada importancia a su forma de ser, que me puede molestar o herir. Voy a aceptar la frustración de mis deseos o necesidades que no puede satisfacer. No voy a sentir que me quiere hacer daño voluntariamente, cuando no sea así, y voy a intentar compensar su conducta, sus carencias o su forma de tratarme.
Si es necesario le voy a poner límites, por ejemplo, alejándome si me daña, o mostrándoselo en el momento, como haríamos si alguien nos pisa sin querer.
Puede ser que creamos que por sentirnos mal podemos tener un poder: el de generar compasión o culpa en el otro…y ese no es el camino para que la cosa cambie.
Ir de víctima, puede ser la manera de llamar la atención del otro, que nos haga más caso, que nos quiera más. Pero al quejarnos y reprochar creamos en el otro una reacción contraria a la deseada; igual ni se lo esperaba, pues no creía habernos hecho nada, o le avergonzamos y culpamos de algo que considera injusto.
Maltrato
Puede ser que estemos atrapados de verdad en una dinámica de maltrato, por temor a perder el amor del otro o su presencia, y aceptemos el sufrimiento inconscientemente. Lo que no tiene sentido es quejarse del maltrato, verse una víctima impotente, y quedarse ahí, jugando un rol de sufrimiento. Es un modo de sentirse desvalorizado, no querido. Hay que identificar esa dinámica y ver si el otro nos quiere herir y nos aguantamos. Por eso es importante luchar contra esa situación y, si no podemos salir solos, debemos pedir ayuda, incluso de un profesional.

Algunas carácterísticas que favorecen la dinámica de maltrato
1.Sentir mucha dependencia del otro.
2.Tener miedo al abandono.
3.Sentirse desvalorizado por el otro y aguantar humillaciones.
4.Tener que ocultar la situación de insultos, amenazas o peleas, para evitar peores consecuencias.
5.Tener la vida muy controlada y no sentir libertad.
6.Sentirse una posesión del otro.
7.Depender económicamente o físicamente.
8.Sentirse culpable por cualquier cosa y justificar el mal comportamiento del otro.
9.Haber aguantado situaciones similares en la propia familia.
10.Creer que queriendo al otro y tolerando la injusticia, la cosa va a cambiar.

En algunos casos se llega a tolerar la agresión física y esa es una señal de alarma gravísima, pero en general es mucho más sutil y se acepta una sucesión de vejaciones, desprecios, rechazos, insultos, descalificaciones…que pueden ir a más.
No tenemos ni que ser víctimas de nadie por su mal carácter, ni tender a “ir de víctimas” como forma de comunicación con otros. Tenemos derecho a ser felices y a disfrutar de una vida sin violencia ni sufrimientos innecesarios. Así que manos a la obra.

escrito en septiembre 2007
publicado en Zero 101

jueves, 8 de enero de 2009

Vivir lentamente

Hace solo unos años que se popularizó el movimiento Slow, gracias, entre otras cosas, a la publicación del libro de Carl Honoré “Elogio de la lentitud”. En diferentes partes del mundo se iban agrupando gente para vivir y realizar todo tipo de actividades de forma más lenta y consciente. Desde comer al ejercicio físico. El urbanismo, las relaciones, el trabajo, el sexo, todo podía ser repensado de una manera “Slow” y hoy en día muchos grupos se preocupan de reflexionar, de organizarse y vivir, de esta manera.

Si ha surgido un movimiento Slow, es por la situación de desboque, de hiper-excitación en la que nos movemos . Estamos acelerados, y esa aceleración se la imprimimos a todo. Así ¿como podemos observar la realidad, conocerla a fondo y disfrutarla?¿Cómo podemos conectar con nuestro verdadero ser, con nuestros deseos o necesidades?

Pasamos de una actividad a otra, de una persona a otra, sin apenas interiorizar lo que vivimos, sin hacerlo nuestro. Al final acabamos hastiados, agresivos,estresados, consumidos en un frenesí que nos lleva a una situación de vacío existencial.
Esto se nota sobre todo en las relaciones. ¡Con que facilidad se consumen los encuentros! Predomina la cantidad frente a la calidad, sobre todo en el terreno sexual, en dónde lo que importa es unas nueva conquista , pero no conocer al otro, o profundizar técnicas amatorias, o llegar a querer...

Nos conformamos con relaciones planas: con nuestras parejas, con los hijos, con los amigos. Es suficiente ver esa imagen que nos dan o que damos, pero no llegar a meternos en el mundo propio del otro, conocer cuales son sus deseos verdaderos, sus preocupaciones, su ser. A veces no podemos decir nada sobre las personas que le importan a nuestra pareja o cuales le producen conflictos; o que piensa sobre temas importantes de su vida. No conocemos apenas su historia vital.

Cuando utilizamos expresiones como vivir una vida plena, disfrutar a tope, llenar la vida, saborear las cosas...estamos indicando que lo verdaderamente valioso en la vida, necesita tiempo para ser vivido. Que, por ejemplo, no se puede improvisar una amistad, sino que se construye a lo largo de muchos encuentros y durante mucho tiempo.

Cualquier conocimiento de las cosas necesita ser profundizado para que tenga un verdadero valor. Lo otro es sólo un barniz. Necesitamos decantar los conocimientos a lo largo de los años, no de los minutos. Sintiendo calma interior, concentración. Sin eso ¿cómo se puede crear? ¿Cómo decidir por nosotros mismos?
La meditación ayuda a centrarse, a aquietarse, a tener una visión más amplia de las cosas. También ayuda el yoga, o el Pilates, o el Tai Chi. Lo mismo que el caminar, observando todos los detalles de lo que rodea, y del propio andar. La cuestión es que el cuerpo se integre de una manera, en la que no se le fuerce, sino que participe de una unión con la mente, que ayude a sentirse en armonía, en equilibrio.
Son técnicas que ayudan a pacificarse, a serenarse. Ayudan a pensar de forma más creativa, reduciendo el estrés y activando la parte del cerebro que nos hace descubrir soluciones intuitivas. Para a ser más globales y no tan analíticos.Nos hacen tomarnos tiempo para apreciar la vida.

Otras actividades interesantes para enlentecerse son la lectura, o la jardinería, hacer punto, cocinar, charlar con la familia, pintura, música...El sexo tántrico con sus sesiones largas de juego amoroso, sin prisas, valorando más el camino, que el llegar.

Vivimos en una cultura de lo inmediato,del no saber esperar, de no aceptar ni tolerar ninguna frustración. Esta cultura es individualista, narcisista, no cuenta con el otro, sino solo con la satisfacción propia. Al final es insolidaria, y hace la vida menos vivible.

Necesitamos una nueva escala de valores, que nos lleve a tomarnos el tiempo para disfrutar y saborear del trabajo bien hecho, las relaciones, el ocio y la propia vida.

escrito en octubre 2008
publicado en Zero 113