lunes, 24 de diciembre de 2007

Familias homoparentales

Las familias homoparentales son cada vez más visibles, aunque siempre hayan existido. Muchos gays y lesbianas han tenido hijos o los adoptaron, y los criaron solos o en pareja. Cuando no había las condiciones legales apropiadas. Hoy día, con las leyes del matrimonio de personas del mismo sexo, de adopción y de reproducción asistida, la realidad homoparental ha mejorado mucho, y muchos son los que están realizando su maternidad y paternidad.
Tendría que ser algo que todos nos lo planteáramos, aunque pudiera ser para descartarlo tras cierta reflexión. Pero no negarnos el derecho a pensarlo en serio.
No somos personas de segunda, y tenemos el derecho a crear una familia con hijos propios o adoptados. Pero la homofobia internalizada nos inclina a no considerarnos aptos para ser madres y padres. Sobre todo los hombres. Nos vemos más lejos de ser padres, al tener muy metido en nuestra cabeza el mito de que un niño necesita una madre, o que son las mujeres las únicas capacitadas para criar.
El amor y la capacidad de criar hijos no están en los genes femeninos; sobre todo es algo que se aprende socialmente. En la educación de los varones, no se nos inculca la idea de criar a los hijos, como sí se hace con las niñas, aunque cada vez tenemos más ejemplos de varones que crían a sus hijos. Y es cuestión de aprender.
Muchos jóvenes, lesbianas y gays, se están planteando, cada vez más, como algo natural que tendrán hijos en un futuro, y que eso forma parte de su desarrollo como personas. Pero hasta época reciente muchos gays ni pensaban que la pareja estable fuera posible; menos aún pensaban en poder ser padres. Su vida era como una eterna adolescencia, sin tener que madurar en sus relaciones.
Mientras que las lesbianas tienen la posibilidad de tener hijos biológicos, los varones tenemos que adoptar, o criar hijos de una relación heterosexual anterior. Algunos están llegando a acuerdos con amigas para tener un hijo compartido, aunque cada uno tenga su pareja. Se crea una especie de familia reconstituida en la que los padres se hubieran separado y volvieron a unirse a otras personas.
Con el aumento de la visibilidad de las muchas familias que ya hay, y las que se vayan creando, habrá más modelos y se conocerá mejor socialmente, lo que disminuirá el rechazo social y el auto-rechazo a nuestras familias. Las que predominan son familias homomaternales (80%) frente a las homopaternales (20%) (Cifras aproximadas)
Los encuentros de familias homoparentales con sus hijos son importantísimos como forma de encontrar apoyo, modelos, visibilidad en un espacio seguro y para que la sociedad nos vaya teniendo más en cuenta.
Hay todavía mucho por hacer, aunque se ha avanzado bastante. Lamentablemente la Iglesia y las fuerzas reaccionarias lo han tomado con el tema de la adopción por gays y lesbianas y se escuchan voces terribles en contra de nuestra maternidad-paternidad, como si fuéramos auténticos monstruos, pervertidos y destructores de la familia; que le robamos a nuestros hijos su “derecho a una familia normal”, como si una familia homoparental no fuera sana, y como si hubiera un derecho natural a tener dos padres de distinto sexo, cuando cada vez se cumple menos. Nadie se escandaliza de que una viuda críe a sus hijos, de las familias reconstituidas o de hijos criados por abuelos.
No se tiene en cuenta lo importante: la capacidad de dar amor, protección, seguridad, cuidados, educación…que en general tenemos en la misma proporción o más que cualquiera, no son cualidades ligadas a la orientación sexual. Y quizás, por tener que ir contracorriente y pensarlo más, en general nuestras familias pueden ser hasta mejores, más deseadas, más cuidadas, y ser espacios seguros para esos niños, en el caso de que fueran gays o lesbianas. Algo que no han sido para nosotros nuestras familias heterosexuales.
Tener hijos lleva a tener que salir del armario ante ellos, ante la sociedad que nos rodea, ante el colegio, y curiosamente las familias homoparentales acaban convirtiéndose sin pretenderlo en verdaderos activistas de la causa LGTB y punta de lanza de transformación social. El tener que defender a nuestros niños del posible rechazo social por estar criados en nuestras familias, implica intervenir en diferentes instancias: la familia extensa, el colegio, clubes... Implica luchar para conseguir que tengan los mismos derechos que los demás niños, en una sociedad homófoba. Y este es nuestro reto: conseguir una sociedad más diversa y mejor.


Direcciones útiles
www.familieslg.org
Associació de famílies lesbianes i gais. Grupo catalán que defiende los derechos de las familias homoparentales y organiza reuniones para difundir la igualdad y la diversidad y aportar ayuda y encuentros a las madres y padres que quieran. Es importante encontrarse con otras familias, lo que permite a niños y niñas y sus madres y padres, socializarse en un ambiente seguro, con otros pares que tienen las mismas circunstancias. Hay muchos enlaces y bibliografía, (que aunque en catalán, puede existir en castellano).
www.felgt.org
La FELGBT, Federación estatal de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, tiene un área, dedicada a nuestras familias, y se pueden encontrar en su web materiales muy interesantes. También puede permitir contactar con ellos y localizar asociaciones cercanas que lleven el tema de familia.

noviembre 2007
Zero 103

martes, 18 de diciembre de 2007

¡Qué horror: Las Navidades!

Cuando nos aproximamos a las fiestas de Navidad y Fin de año, muchas personas entran en un estado de ánimo desalentador y triste. Se les hace un mundo pensar en lo que se les viene encima. Y se les exacerba su estado al ver las calles iluminadas, el gentío en las zonas de compras, las preparaciones navideñas, los recuerdos en la televisión en forma de anuncios o películas...
Las causas de este cambio en su ánimo pueden ser muchas, así como los factores que influyen.
En primer lugar está la supuesta felicidad obligatoria que hay que sentir estos días, y que implica visitar a la familia, y gastar compulsivamente. Se suceden las comidas de empresa, la salida a comprar regalos, la participación en fiestas organizadas, la realización de algún viaje...Todo esto con un ritmo frenético y agotador, que impiden encontrarse con la realidad de uno mismo. Lo que aliena y causa sensación de ser invadido por la realidad circundante que se empeña en llevarnos en volandas como a un pelele.
Para muchos las navidades es el recordatorio de la lejanía familiar, pero lejanía irremediable, por lo que implica el saber que no te aceptan como gay o lesbiana, y que estar con ellos incluye tensión, reproches velados por ser diferente, incomprensión, frialdad o la imposibilidad de incluir a nuestra pareja en la familia.
Para otros es el momento de echar de menos a algún familiar querido o a la propia pareja que se perdió por separación o muerte. En estas fechas se reactivan los sentimientos de duelo, lo que no invita precisamente a estar alegres y festivos. Sentimos el paso del tiempo de forma irremediable: una Navidad más. Eso de que sean fiestas tan “señaladas”, hace que no podamos hurtarnos a ellas. Puedo no celebrar mi cumpleaños, pero no puedo entrar en un agujero negro a mitad de Diciembre y salir el 10 de Enero.
También es momento de hacer balance del año, y eso nos enfrenta a nuestros fracasos, a las oportunidades perdidas, la pareja no encontrada, a la falta de un trabajo adecuado, a los proyectos venidos abajo. Esto lo sabemos todos con la tendencia a los buenos propósitos de principios de año (adelgazar, hacer deporte, llevar contabilidad, empezar un curso de inglés).
Con este ánimo depresivo, muchos ven que todo a su alrededor es pura hipocresía. ¿Qué sentido tiene que nos felicitemos, que la gente aparente tanta bondad y cariño con los otros, cuando el resto del año lo que se vive alrededor es un vacío afectivo?
Y encima hay que gastar y dañar nuestra economía, por encima de nuestros deseos y posibilidades.
¿Algún consejo? La cosa es difícil, pero si te ves así, lo mejor es no favorecer los pensamientos negativos y pesimistas y procurar tener encuentros “verdaderos” con la gente. No desvalorizarse por no tener ánimo para entrar en la vorágine externa. Luchar contra el sentimiento de exclusión por no querer o no poder gastar tanto o presumir de ir a una fiesta fantástica. Lo importante es hacer lo que te pide tu interior y si el sentimiento de soledad se acentúa, compartir estos momentos con amigos verdaderos, que puedan entender que no estás para festejos, pero sí para la relación sosegada.
Quizás volcarse hacia otros de forma generosa, participando de voluntario en alguna ONG, o acordándose de personas que nos necesiten. Pues este ánimo depresivo lleva a un ensimismamiento, que hace olvidarse de los demás. Uno no es el único que sufre, o lo pasa mal. Quizás sea el momento de poner un granito de arena para que la vida sea mejor para alguien más que para uno mismo.
Si se tienen fuerzas.

Diciembre 2003
Zero 58

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Meditación

“Con la de cosas que tengo que hacer y ahora, encima, meditación. ¿Y cuándo la hago? ¿Y cómo?” Esta frase tan paradójica nos puede resultar normal debido al ritmo estresante, de preocupación y de tensión en que vivimos. No encontramos tiempo para estar con nosotros mismos. Más bien estamos volcados hacia fuera, preocupados por las cosas externas. Apenas nos sentimos en nuestra verdadera naturaleza interior y no somos capaces de vivir desde nuestro centro, con plena conciencia de nuestra vida y disfrutando de nuestro verdadero ser.
Para ayudarnos a encontrar ese centro, tenemos un medio magnífico: la meditación; que quizás la asociemos con religiones orientales o con técnicas complicadas, pero que es una actividad sencilla que deberíamos incorporar a nuestra vida cotidiana, para sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás.
No es cuestión de apuntarse a nada, ni complicarse la vida con más cosas, sino todo lo contrario, es pararse y centrar la mente en el presente y estar muy atentos a lo que vivimos. No es reflexionar sobre un tema. Más bien lo contrario es dejar fluir las ideas que vengan a la mente sin detenerse en ninguna de ellas. La mente debe estar alerta y concentrada, pero relajada. Y en todo caso podemos centrarla en un objeto, en una música, en un concepto, y volver a ese objeto cada vez que nos demos cuenta que se nos ha ido a otro sitio.
Existen muchas técnicas de meditación posibles, pero creo que lo mejor es lo sencillo: buscar un lugar tranquilo, en donde no nos interrumpan, y adoptar una postura relajada y concentrar la mente, por ejemplo, en nuestra respiración. Al principio puede costar mucho y podremos meditar pocos minutos, pero con la práctica llegaremos a meditar durante bastante tiempo.
El sitio puede ser un rincón tranquilo de casa, en donde contemplemos alguna imagen agradable, o escuchemos una música tranquila. Aunque si no disponemos de ese rincón puede ser en un parque o incluso en una iglesia.
La postura es suficiente con que estemos sentados con la columna derecha, y respirar con el abdomen, y no solo con la parte alta del tórax. Lo importante es que estemos muy relajados y cómodos. No hace falta posturas de loto.
Lo que cultivamos con la meditación es una atención y concentración en el momento presente que nos ayuda a armonizar nuestro espíritu y nos relaja. Esta atención plena podemos trasladarla a cualquier actividad de nuestra vida, y percibir con detalle lo que hacemos, lo que vemos, lo que olemos, lo que oímos…Lo importante es ser conscientes de lo que vivimos, al cien por cien. Lo valioso de la experiencia es que podemos limitarnos a experimentar el ser, contemplar, escuchar, percibir con todos los sentidos abiertos y relajados.
La meditación nos va a permitir con el tiempo de práctica desactivar actitudes e ideas negativas y disminuir la agresividad. Con lo que favorece sentirnos en paz, reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás. Reduce nuestro estrés, y nos da mayor sensación de autoconciencia, de seguridad, de fuerza para enfrentar problemas o situaciones conflictivas de nuestra vida.
Nos ayuda también a conectar con ese aspecto espiritual central, común a todo ser humano, que para algunos tiene que ver con algo religioso, con Dios, o quizás con la Verdad, o con lo Universal, pero que en todo caso es lo más íntimo que tenemos y que nos pertenece por entero y nos hace sentir la vida en plenitud.
Podéis encontrar muchos libros relacionados con el tema, de diferentes corrientes espirituales, pero lo importante es ponerse a intentarlo, sin querer encontrar la técnica perfecta, y persistir en ello, aunque parezca que no pasa nada. Ya se recogerán los frutos.


septiembre 2005
Zero 80

sábado, 1 de diciembre de 2007

Cuidarse

Parece mentira que tengamos que proponerle a los adultos que se cuiden. ¡Cómo si eso no fuera una necesidad innata de todo ser humano! Pero no es así. Las actitudes de auto-cuidado las aprendemos en el curso de nuestro desarrollo, a través de relaciones significativas. Primero, y sobre todo con los padres; luego con los compañeros, familiares, profesores, amigos, parejas…
Cuidarse implica adoptar actitudes de mantenimiento y desarrollo de nuestra salud en las tres áreas en que nos movemos: lo biológico, lo psicológico y lo social. Pero también es afrontar la vida como un proyecto personal, que desarrolle al máximo nuestras posibilidades; abarcando el cuerpo, la mente, las relaciones afectivas, el trabajo, las aficiones, el ocio, la casa, el compromiso social…buscando equilibrio y realización.
El cuidarse a uno mismo está influido, de entrada, por la sensación de buena autoestima y valoración que tengamos. Cuando uno se siente bien, cuando tiene buen estado de ánimo, se cuida naturalmente. Si está deprimido, si se desvaloriza, no querrá dedicarse ni tiempo, ni energía. O incluso puede actuar negligentemente, o con conductas auto- lesivas, que pongan en peligro la salud tanto física, como psíquica. (Conducción temeraria, alcohol o drogas en exceso, sexualidad sin prevención de enfermedades…)
A veces es como si estuviéramos esperando que sea otra persona la que nos resuelva la vida. Es el caso de las personas muy dependientes, que no maduraron su propia autonomía, y que esperan que sea su pareja o su familia directa, la que les vaya guiando y apoyando para casi todas las tareas del día a día.
La forma de cuidarse va a depender de cómo nos hemos identificado con las personas importantes, y como nos han enseñado a cuidarnos: si hemos tenido una madre muy ansiosa con las enfermedades y el cuerpo, igual podemos estar obsesionados con tomar pastillas o ir al médico. Por el contrario si nos han enseñado a ser autónomos y a pensar sobre nosotros mismos, podremos analizar las cosas que nos pasan y no asustarnos.

Propongo un ejercicio para desarrollar este tema del autocuidado. Consiste en escribir en un cuaderno como me veo en las áreas en las que creo que puedo clasificar mi vida: cuerpo, relaciones, familia, pareja, casa, ocio, compromiso social, trabajo…, con las subdivisiones que se me ocurran: por ejemplo en el caso del cuerpo: salud, ejercicio físico, estética, comida… Para realizar esto tenemos que estar tranquilos, con tiempo por delante, mejor solos, y con ganas de explorar nuestro estilo de vida.
Lo primero es escribir cómo me veo en cada área. Lo que observo de mí. Los aspectos positivos, negativos o problemáticos de cada tema. Sin entrar en juicios ni análisis. Es recoger el material que voy a trabajar en el paso siguiente.
Lo segundo es analizar cada área y ver qué nos gusta y qué creemos que podríamos mejorar. Ver cómo influyen entre sí diferentes factores. Ver las causas de inhibiciones, de dificultades, de lo que no acabamos nunca de desarrollar.
Y por último nos podemos plantear objetivos concretos, que sean fácilmente realizables, agrupables en otros a más largo plazo, que nos sirvan como metas futuras a conseguir. Pensando, también en los medios que necesitamos y el tiempo (y el dinero en su caso).
Por ejemplo, si veo cómo estoy en el área de relaciones y descubro que tengo realmente ningún amigo, y apenas unos cuantos conocidos en el trabajo, con los que casi ni salgo. Al analizarlo puedo ver que no fue siempre así, sino que se acentuó a raíz de un fracaso adolescente, cuando me vi traicionado por mi mejor amigo, al decirle que era gay. Y esto me hizo replegarme en mi mismo, impidiéndome confiar de nuevo, y queriendo mantenerme distante para no volver a ser herido.
Los objetivos serían, por ejemplo, aumentar el número de salidas con amigos. Hacer actividades que impliquen a otras personas, para que me saquen de mi aislamiento y me permitan conocer a gente nueva. Y estar atento a las situaciones en las que rechazo posibilidades de intimar y confiar, porque me hace sentir vulnerable.
Otro ejemplo puede ser ver que la situación con mi familia es de distancia y falta de confianza. Que no saben que soy gay. Analizar por qué no se lo he dicho todavía. Las repercusiones que de verdad tendría, y plantear como objetivo decírselo ya, preparando el momento, la situación, el marco adecuado, y si necesito asesoramiento y apoyo.
Una meta más a largo plazo, puede ser salir del armario para todo el mundo, pero los objetivos pequeños pueden ser ir diciéndoselo a diferentes personas, que se vayan sumando al grupo de las que me apoyan y me hagan sentirme querido como soy.
Cuidarse no es una actividad narcisista y egocéntrica, ya que si incluimos los aspectos sociales de nuestro cuidado, estamos incluyendo los aspectos amorosos y de compromiso con los demás, que tan importantes son para nuestro bienestar y equilibrio. De nada sirve estar muy bien físicamente, sin somos incapaces de amar, y estamos completamente aislados.
Hay hábitos saludables que podemos incorporar como: hacer ejercicio físico (sin llegar a la obsesión por muscularse), dejar de fumar, llevar a cabo una dieta rica en frutas y verduras, reducir el sobrepeso, controlar la tensión arterial. Utilizar cremas protectoras cuando me expongo al sol, y reducir dicha exposición. Moderar el consumo de alcohol, o de ciertas drogas…
Pero sobre todo debemos reducir el estrés, gracias al ejercicio, la relajación, la meditación o el buen humor. Y poniendo límites a la presión que ejercen los demás sobre nosotros. No hay peor estrés que el que uno consiente, por no haberse parado a pensar un poco en cómo organizarse, cómo frenar a los otros, y cómo decir que no a tiempo.
Por tanto cuidarse es una tarea del día a día, pero necesitamos pararnos de vez en cuando, buscando el momento adecuado, para pensar un poco en cómo mejorar los diferentes aspectos que nos hacen infelices, o que hemos ido descuidando con el paso del tiempo.

marzo de 2006
Zero 85

domingo, 25 de noviembre de 2007

Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor


Esta película mejicana, de 2003, fue realizada por Julian Hernández, y ganó el premio Teddy a la mejor película de temática homosexual del Festival de Cine de Berlin, en el mismo año. El título está sacado de un poema de Pasolini: La persecución.
Aunque tiene aciertos de buen cine, como la fotografía, el Blanco y Negro, que ayuda a crear un ambiente de desolación, se hace un poco morosa.
El personaje, Gerardo, es demasiado apático, a pesar de estar enamorado, y su pasión se convierte en una búsqueda demasiado vacía y pobre.Con 17 ha encontrado por primera vez lo que cree que es amor, en un encuentro casual con Bruno, que a los dos días pasa de él, escribiéndole una carta de despedida. Gerardo irá buscando entre sus amigos quien la ayude a comprenderla. Y caerá en situaciones de abuso y maltrato en su búsqueda por la Ciudad de México, de alguien que representa todo lo que no tuvo nunca a lo largo de su vida: amor o ternura . Busca, desde su gran carencia como persona, entre quienes no le pueden dar tampoco mucho, pues también están muy carenciados.
A pesar del premio que le dieron como mejor película homosexual en la Berlinale, jamás la hubiera premiado por la visión tan deprimente y triste que se da de la homosexualidad. Me recuerda a otra época en que las películas de gays tenían que ser así, con todos los personajes tristes, desgraciados, que no pueden vivir una vida bonita, o digna, que tienen que autodestruirse o al menos morir infelices. Eran películas que interiorizaban la homofobia social, y transmitían la imagen de lo gay que quiere tener la sociedad heterosexista.
Creo que un adolescente gay solo podría sacar de esta película el mensaje de que ser gay es un horror, que se sufre mucho cuando se intenta alcanzar el amor y que lo único que uno puede esperar de otros hombres es sexo y que pasen de ti. Un mensaje realmente desalentador, que afortunadamente va cambiando.
Pero las críticas que he leido, desde México, la valoran como una buena película gay, por no caer en "la perversión, o en el escándalo", o por considerarla que representa el desengaño amoroso, "trascendiendo el hecho homosexual".
Creo que confirma a la sociedad en general, y a los propios gays en particular, lo que muchos suponen: que el amor entre gays es imposible, que los gays solo piensan en el sexo, y que en todo caso somos seres atormentados, desgraciados y tristes.
Lo cual es absolutamente incierto, pues somos personas, en general, con gran capacidad de amor, aunque algunos puedan estar muy heridos a causa del abuso que ha realizado a su persona la sociedad homófoba.

martes, 20 de noviembre de 2007

¿A casa por Navidad?

La Navidad es una época en la que la pareja gay se pone a prueba. Los diversos conflictos y situaciones familiares que se le pueden presentar obligan a sus integrantes a tener que tomar algunas decisiones: si van de visita a casa de sus padres, dejando sólo al compañero; si van juntos como pareja; si siguen fingiendo que son sólo compañeros de piso o buenos amigos...
Estas decisiones implican a los dos, y no se deben zanjar con: “es mi familia y a ti eso no te incumbe”; pues si que afecta a ambos, y mucho. En un ambiente de diálogo se pueden encontrar las mejores soluciones para cada uno y para la pareja. Teniendo en cuenta que la familia actual es la formada con el otro, y es a la que hay que dar prioridad. Aunque la sociedad no la reconozca. Es la familia de elección ( que se amplia con los verdaderos amigos). Con esta familia es con la que hay que pasar la Navidad, y con los miembros de la familia de origen que nos acepten de verdad y nos quieran.
Todos necesitamos el apoyo de nuestros padres y hermanos, y cuando no se tiene, vamos cojos por la vida, e inseguros, hasta que nos recuperamos de dicha carencia. Por eso es tan difícil prescindir de ellos, incluso cuando nos hacen daño. Tenemos que aprender a crecer siguiendo el propio camino. Aunque les perdamos durante la marcha.
Para muchos gays fue necesario alejarse de la familia para poder vivir su homosexualidad, y es posible que aún no hayan dicho nada en casa. Reencontrarse en familia puede ser fuente de tensión, de nuevas mentiras, de pasar un mal trago, sintiendo que hay que negarse de nuevo; para poder, así, disfrutar de esos “días que hay que pasar en familia”. Obligatoriamente, por que la sociedad presiona para que sea así.
Por eso para mucha gente, gays o no, estos días son deprimentes, pues evidencian un vacío familiar, una falsedad, un desamor, que los hacen insoportables. Sobre todo rodeados de gente que se empeña en que la familia es lo mejor y que eso es lo adecuado y normal.
Un de las políticas típicas en casa es: “mejor que no digas nada de tu vida y pasemos la fiesta en paz”. Esto hace un daño tremendo a la propia autoestima. Hace sentir que uno no tiene los mismos derechos que los demás, que es culpable de algo, y que, encima, les puede hacer daño simplemente “siendo el que uno es”. Por que se ama a otro hombre.
Por eso merece plantearse si ya es hora de salir del armario ante ellos. Que no pase otra Navidad de ocultación y de falsedades. Ya que puede ser preferible ni siquiera ir a ese simulacro de familia feliz.
Por supuesto que no creo que haya que salir del armario en plena comida de Navidad, y menos delante del novio, al que se ha presentado como “un amigo que estaba solo ese día, y me lo he traído”. Habría que hacerlo con tiempo y permitir que la familia reaccione y lo pueda digerir.
Y no estaría de más que este año, si la cena de Navidad o la comida, se hacen normalmente en casa de uno de los hermanos, se propusiera hacerla en la propia casa. No dar por hecho el no. Ni tampoco que les vaya a parecer mala idea. Si es así que se aguanten o que lo digan. Pero no hay que estar considerándose como de una especie inferior, por vivir una forma de relación diferente, que quizás es más amorosa y verdadera que la familia de origen.

octubre 2002
Zero 46

jueves, 15 de noviembre de 2007

Navidades depresivas

Las fechas navideñas se asocian a la alegría, como si de un fenómeno meteorológico se tratara. Llegan las fiestas y se nos tiene que poner la cara de sonrisa. Así, por las buenas. Por que lo diga el calendario (y nos recuerda todo el mundo). No pudiendo ser de otra manera. Si no seríamos unos extravagantes o extraños.
En su origen religioso, pudo tener algo de sentido esta felicitación, por lo del nacimiento de Dios y esas cosas, pero en el mundo laico en que vivimos, no tiene ninguno. ¿Que nos feliciten por que llega una época en la que tenemos que gastar mucho, comprar regalos, comer un montón, con un montón de gente (del trabajo, de la familia), organizar o participar en fiestas masivas…? ¿Que tengamos que aguantar el papanatismo de la supuesta bondad navideña, con los telefilmes de Papá Noel y de regalos y milagros alrededor de arbolitos de navidad?
Para los niños pueden ser unas jornadas de ilusión por todo el tema de los regalos, de los inventos de reyes magos y papás Noel, y que las calles se decoran con muchas luminarias y se sale mucho a la calle. Pero para los adultos no creo que sea más que una época de diversión obligatoria, de la que cuesta substraerse, por la fuerza que tiene socialmente.
Y encima la cantinela de las bondades del reencuentro familiar, y de lo importante que es comer juntos, a toda costa. Cuando una gran mayoría de las familias ni se aguantan, ni son felices juntos.
Lo malo es que esta idealización generalizada de la familia, de la felicidad de estas fechas, hace que bastantes personas se sientan mal por que no sienten nada de eso y se sienten raras, inadecuadas o impotentes para ser como los demás. Cuando los demás, en gran parte, simulan felicidad en un gran teatro colectivo.
Por otra parte, para cierta gente, estos días son de tristeza, por lo que tienen de echar de menos a personas queridas, que desaparecieron de sus vidas. O por que hacen balance y se dan cuenta de realidades no alcanzadas (proyectos no realizados, no tener pareja, verse solos…) y entre todo eso y que la realidad se mueve de forma vertiginosa, sin ayudarnos a encontrarnos a nosotros mismos...y que hay menos luz solar y hace más frío…
Para los gays y lesbianas es un momento de poner a prueba la aceptación familiar, por que qué haces con la pareja en esos días. ¿Le pides a tu familia que le inviten a la comida de navidad? Por que muchos padres siguen la política de saber, pero no querer ni ver, ni oír, ni tocar.
No quiero dar a entender que este tiempo es de pura hipocresía, pues es verdad que ya que uno a veces no puede hacer nada más que adaptarse, sí que puede expresar su propia alegría, o su bondad a las personas que verdaderamente quiere (sean amigos, pareja o familia) y aprovechar que es periodo de vacaciones y fiestas, para disfrutar un poco. Lo que sí quiero decir es que no pueden obligarnos a sentir lo que no sentimos, y que de alguna manera, la presión social puede, incluso, aumentar sentimientos depresivos previos, y favorecer la tristeza y el malestar.
Por eso es importante hacer lo que realmente nos apetezca, sabiendo que no tenemos que ser los únicos que no quieran entrar en una dinámica de diversión obligatoria, o al menos diversión consumista y estandarizada. Que si nos deprime este ambiente, buscar personas y ambientes que vayan más con nuestra idiosincrasia. Y que no pasa nada por no celebrar lo que no nos hace feliz.

Noviembre 2005
Zero 82

viernes, 9 de noviembre de 2007

Sobrevivir al desamor

Cuando se corta una relación y todavía seguimos amando, se vivencian momentos de un vacío terrible y de una soledad y un abandono que a veces nos hace plantearnos que no merece la pena seguir viviendo. Mucha gente, incluso se plantea el suicidio, más como una idea con la que jugar en la mente, que como algo a realizar.
Pero la vida sigue, y si tenemos una red de amigos de verdad, todo es mucho más fácil. No tenemos porqué sentirnos tan solos, ni tan abandonados. Y lo que toca es hacer el duelo por el ser querido perdido. Es decir tenemos que desligarnos de esa persona, rehacer nuestra personalidad sin él, resituarnos ante el mundo de esta nueva manera, y si es posible aprovechar ese momento de crisis para crecer en autonomía y en libertad. Muchos de los sentimientos que se tienen provienen de la dependencia hacia el ser amado, de lo que habíamos “puesto” en él y que ahora se ha perdido. Es como si perdiéramos una parte de nuestro ser que se ha ido, y que tenemos que recuperar. A veces son funciones que delegamos en esa persona (decisiones de salidas, de sitios a donde ir, de la forma de quedar con amigos, de tareas hogareñas). También perdemos la vitalidad que nos aportaba, la ilusión por las cosas, el propio estado de enamoramiento compartido y correspondido.
Para muchos es sorprendente como van poco a poco recuperando capacidades que durante el tiempo que se estuvo en pareja, parecían que no se tenían o que se perdieron. Capacidades que se fueron dejando atrás porque al otro no le gustaban mucho, o porque no se podían compartir con él. Sobre todo las personas que tienden a ceder por su carácter más dócil o bondadoso, o que evitan conflictos cediendo.
Recuperar autonomía es importante para no volver a caer en una relación que tenía un estilo muy dependiente, y para sentir que la vida tiene sentido en sí misma, sin tener que estar siempre con alguien. Por eso es bueno darse tiempo para reconstruirse y no caer en un enamoramiento-parche, que tape el agujero dejado por el otro, sin que nos solucionemos por dentro.
La vivencia de desvalorización producida por el abandono hace que muchos se vean feos, viejos, sin futuro, sin atractivos ni cualidades. No es la hora del gimnasio, ni del lifting, sino la de reencontrarse con uno mismo, saber lo que se quiere en la vida, sentirse a uno mismo plenamente, estar orgulloso de levantarse por las mañanas y respirar. De contemplar la naturaleza y sentirse uno con ella y sentirse un ser cargado de sentido, de personalidad, de cualidades y defectos que merecen la pena vivirse y mejorarse.

Diciembre 2003
Zero 60

jueves, 25 de octubre de 2007

10 años de progresos

Si en algo hemos cambiado considerablemente en estos últimos años ha sido en la VISIBILIDAD alcanzada. Algo que nos ha ayudado a encontrar más referentes y modelos, tanto para dar el paso y salir del armario, como para no sentirse tan solos al tener que construir una identidad propia, para ver que las parejas lesbianas y gays existen, y que hay gays de todos los tipos, estilos, profesiones, clases sociales…
Parecería que hemos conseguido la total normalización con la aprobación del matrimonio homosexual y otras conquistas sociales recientes. Pero el camino seguirá siendo largo para conseguir una mayor equiparación real al resto de los ciudadanos.
Algunos de los cambios y logros de estos años:
1. Un aumento de la VISIBILIDAD enorme. ¿Quién iba a prever manifestaciones del Orgullo de más de un millón de personas, en Madrid? La salida del armario de políticos, militares, sacerdotes, actores, abogados, jueces, médicos…gente de todos los niveles, en todo tipo de medios de comunicación. (Y en esto Zero ha sido verdadero protagonista)
2. Consecución del matrimonio gay. (Cuando hace una década todavía se luchaba por una ley de parejas de hecho). Ha aumentado la visibilidad de las familias homoparentales.
3. Mayor participación de sindicatos y partidos en las políticas de diversidad sexual y lucha contra la discriminación y la homofobia.
4. Desarrollo de las asociaciones gays desde lo político hacia lo social y los servicios: Aparición de asociaciones deportivas o de padres y madres de gays y lesbianas…
5. Desarrollo de los medios gays, con lo que implica de darnos una voz específica. (Zero, Shangay, Odisea, Egales)
6. La gran cantidad de libros publicados estos años, tanto ensayos como literatura. Historias del movimiento gay y lésbico. Teoría queer. Estudios sociológicos. Libros de divulgación…
7. La mejor imagen de los modelos que se presentan en las series de televisión o en películas de cine. Ya no son gente enferma, perversa, que se autodestruye…sino sanos, atractivos…
8. Aumento de la aceptación o de la tolerancia del campo LGBT entre los jóvenes, con una visión normal del hecho homosexual. Los adolescentes gays lo tienen “un poco” más fácil, y sobre todo en las grandes ciudades.
9. El aumento de la economía rosa, ha hecho que se creen servicios específicos, que se lancen muchos mensajes publicitarios dirigidos hacia los gays y lesbianas, de forma normalizada y que se desarrollen barrios como Chueca, en Madrid, y el Gayxample, en Barcelona. Barrios realmente abiertos a todos, que permiten la reunión con otros gays y lesbianas, con mayor sensación de libertad.
10. Internet ha sido fundamental para ayudar a muchos a salir de su clandestinidad, a conocer gente, a saber del tema, a poder aclararse, a afirmarse e incluso a luchar por los propios derechos.

¿Qué es lo que no hemos conseguido o por donde tenemos que avanzar?
1. Todavía hay 85 países en 2007 que criminalizan los actos sexuales entre adultos del mismo sexo. Siguen existiendo asesinatos y agresiones en muchísimos países.
2. La Iglesia se está revolviendo y lanzando una campaña cada vez más virulenta contra lesbianas y gays.
3. La autorrepresión afectiva sigue muy activa en muchos de los gays y es raro ver todavía muestras de afecto de parejas, en público, como algo normal.
4. El mundo rural, con su control y sus habladurías, sigue siendo un gran problema para muchos que se ven abocados a emigrar para vivir su homosexualidad.
5. La salida del armario y la auto-aceptación del hecho de ser gay o lesbiana, sigue siendo una prueba dura para la mayoría de los adolescentes, que no encuentran suficiente apoyo en sus familias, ni tampoco una educación en la diversidad sexual en la escuela.
6. La homofobia y las agresiones de todo tipo. A parte de agresiones físicas graves, hay una agresión continuada en forma de insultos, chistes, estereotipos casposos en algunas televisiones…que hay que seguir denunciando.
7. No hay que bajar la guardia con el tema del VIH, pues es incomprensible que se de tal tasa de prácticas de riesgo, como la que existe. Y los más jóvenes suelen venir más confiados, como si fuera un tema del pasado (“ya no se muere nadie de eso”), y algunos mayores no quieren cuidarse o creen que ya pasó el riesgo.
8. La tercera edad, así como los minusválidos o las personas que no entran adecuadamente en el circuito del consumismo gay, son los grandes marginados del momento.
9. Los problemas específicos de los emigrantes, que vienen con sus tabúes, sus prohibiciones culturales o religiosas, (como pasa también con los gitanos).
10. El desconocimiento que todavía se tiene en muchos ámbitos de las necesidades específicas y de la identidad de los gays y lesbianas: médicos, psicólogos, policías, asistentes sociales…Por no hablar de los que son francamente homófobos.


Mirando al futuro
La consolidación de una gran comunidad LGBT, tanto local como a nivel mundial, es muy importante para la normalización de nuestras vidas. Esto no implica un único “estilo de vida gay”. Es una posibilidad de transmitir de una generación a la siguiente experiencias históricas y sociales, que van a facilitar a las generaciones siguientes valores, ejemplos, modelos, para no tener que empezar desde cero, como antes.
Hacernos aún más visibles en todos los campos de la vida: profesionales, de ocio, de cultura, en los planes educativos, en los movimientos sindicales, en las universidades, en los partidos, en todo tipo de instituciones…así como en la calle. Que cada vez seamos más visibles con nuestras parejas, con nuestros hijos, que no se siga hurtando a la sociedad que somos iguales en derechos y no tenemos que vivir más en la ocultación, en la auto-represión de sentimientos, y no tenemos que sentir culpa o vergüenza de ser como somos. Valorando nuestra propia diversidad, para no caer en la intolerancia dentro de nuestro propio mundo, hacia los que tienen formas y maneras de comportarse, que no son las nuestras.
Podemos ayudar a crear una sociedad mucho más abierta, rica, menos machista y heterosexista, con roles de género menos marcados y más igualitarios.
Y no hay que tolerar la homofobia. En esto tenemos que ser intransigentes. Hay que seguir movilizados y asociados, para crear mayores espacios de libertad para los que aún no la tienen, sean en otros países, sean entre los emigrantes, sea en los ambientes rurales. Es importante seguir educando a la sociedad sobre nuestro derecho a ser como los demás. Y tenemos que seguir construyendo nuestra historia, nuestras identidades,investigando en áreas que nos son específicas, por nuestras peculiaridades como parejas, como padres, como seres sexuados.
No conocemos el futuro, pero hay ejemplos históricos de cómo la opinión pública puede volcarse contra nosotros, y otras minorías, en tiempos de crisis económicas o guerras o grandes cambios sociales. Siempre puede volverse a dar giros a la derecha, a valores tradicionales, al fundamentalismo religioso…Luego debemos permanecer alertas y denunciar cualquier movimiento involucionista.
Y por fin felicitar a Zero por sus cien números y desearle que siga siendo un referente fundamental entre los gays y no gays, por muchísimos números más.

Zero 100
agosto 2007

Atractivo y belleza interior

Para ser atractivo no es necesario cumplir con el canon de belleza, que solemos considerar, universal: joven, delgado, musculoso y bien parecido, como son los modelos de pasarela. La atracción se produce por muchos motivos influyendo modas, culturas, edades y los deseos específicos personales. Ser atractivo va a depender de quién mira, y de sus gustos. Y si no que se lo pregunten a los “osos” y a sus admiradores. O a los maduros que ven como son cortejados por jovencitos que aprecian la edad como un valor en sí mismo. Todos somos atractivos para alguien, aunque haya algunos más populares que otros. Pero no solo se atrae por lo externo, por el envoltorio.
Aún así en ciertos momentos nos dicen que estamos más guapos, y eso depende mucho del estado de ánimo. Cuando uno se encuentra bien, sereno, con entusiasmo vital, lo irradia hacia el exterior, y los demás lo notan. Se le dilatan las pupilas, apareciendo los ojos más brillantes, su piel se vuelve más turgente desapareciendo arrugas, se colorean las mejillas. Esto forma parte de cambios fisiológicos que se producen en el organismo cuando uno está en armonía y sobre todo cuando hay cierta excitación. Sentirse bien hace más atractivo. Nos hace aproximarnos a los demás con seguridad, con decisión, creando una imagen favorable.
Es verdad que hay una hiper-valoración de lo joven y podemos luchar contra el paso del tiempo, para parecer lo que no somos, pero creo que es más importante alcanzar un equilibrio interior y exterior. No luchar por “parecer”, sino por “ser”. Y ser lo que se es. El que no se acepta, se considera feo y acaba provocando rechazo, que es lo que teme. Cuando lo que se debe hacer es cultivar valores humanos como la ternura, el amor, la seguridad, la confianza, el diálogo... pues lo que compartimos de forma estable con los demás debe ser eso que somos, y no pasar por meros actores de unos personajes que sean atractivos a toda costa. A todos nos gusta ser reconocidos y valorados, pero un sano narcisismo se debe basar en la verdad de uno mismo y no en la simulación y la apariencia. Ésta vale para un momento, o para deslumbrar a un público ocasional, no para las relaciones duraderas: sean amigos o una pareja.
Las dificultades con el propio narcisismo llevan a rechazarse internamente, y a procurar el buscar ser aceptados por todos y en todo momento. Por eso puede darse un empeño en querer agradar como sea, empezando con el aspecto físico, descuidando valores internos como la inteligencia o la sensibilidad, dedicándose solo a cultivar el cuerpo. Acabamos siendo productos para ser consumidos en un mercado de la carne, y no personas que integran su posible belleza externa, con otros valores como la solidaridad, el humor, la creatividad, la espontaneidad, la sinceridad...que forman una suerte de belleza interna.
Gustar a los otros está muy bien, seducir, lograr admiración, pero no puede ser el objetivo principal de la vida de uno. ¡Qué pobreza y que vulnerabilidad! Y digo esto porque el que seduce se siente poderoso, y valioso, mientras le dura. Cuanto más alto llegue más temerá la caída, y por tanto más vulnerable se podrá sentir.
A todos nos esperan fenómenos como el envejecimiento, posibles enfermedades o minusvalías, pérdidas afectivas, y llegará un día en que no se podrá seguir con las apariencias y nos tengamos que enfrentar a nuestra propia realidad, que puede implicar una gran soledad y desamor, si todo se basó en la gratificación narcisista y se descuidó la relación con los demás.
No es que defienda una belleza interior y que haya que descuidar la exterior, pues sí es importante, y el que es más feo sabe mucho de esto, pero no se debe idealizar y magnificar la belleza externa, que es efímera y frágil, y que no debe ser un fin en sí misma, sino un medio para una vida mejor.


Zero 50 extra Cúidate
Marzo 2003

sábado, 13 de octubre de 2007

Testamento

Pensar en morirse no es una de nuestras actividades preferidas, pero es una eventualidad a tener en cuenta cuando se vive en pareja, pues podemos dejar al compañero en una situación verdaderamente compleja si fallecemos y no hemos hecho testamento a su favor. Entre otras cosas pueden echarle de la casa común si no estaba a su nombre e incluso puede perder sus pertenencias si nuestra familia no accede a entregárselas.
Una de las maneras que tiene cualquier pareja para demostrarse el compromiso, los deseos de cuidar al otro, y el amor es a través del testamento. Hasta ahora no tenemos prácticamente más que el registro de parejas de hecho, para demostrar nuestro compromiso y obtener mínimas ventajas legales. En un futuro parece que existirá la posibilidad de una unión legal. Pero siempre hubo y habrá la posibilidad de hacer testamento para aclarar a quién van los pocos o muchos bienes que se tengan, y que hoy por hoy, si uno no tiene hijos, van, en caso de fallecimiento, a los padres, únicos herederos forzosos.
Actualmente, solo una parte se puede legar a la pareja, en caso de que los padres vivan, pero al menos esa parte puede garantizarse al posible “viudo”. Y así evitar situaciones, a veces, terribles.
El amor no solo se demuestra con gestos cariñosos, sino también con previsiones de tipo económico, como ésta.(O un buen seguro de vida a nombre del otro). El problema del testamento es que toca nuestro miedo a la muerte y a hablar de ello y nos ataca el narcisismo, pues no nos gusta sentirnos vulnerables o frágiles, y ver que podemos morir de improviso.
No sé como quedará el asunto del matrimonio con las nuevas leyes que puedan salir en los próximos tiempos, pero mientras tanto (y, siempre, para los que no quieran uniones legales) el testamento es una posibilidad simbólica de declarar la importancia del vínculo con nuestra pareja, y de hacerlo sólo en la intimidad, si ese es nuestro deseo.

Abril 2004
Zero 64

Ha pasado tiempo de este artículo y ya es posible casarse y en parte se soluciona el tema de heredarse, pues se han ganado algunos derechos. Pero para el resto de las parejas sigue valiendo esta reflexión. Y para los paises en dónde el matrimonio es ilegal.

Expresión de los sentimientos

Los gays seguimos teniendo una asignatura pendiente con los sentimientos, pues como varones que somos hemos ido incorporando una serie de formas de ser que nos llevan a relegar a un segundo plano el reconocimiento y la expresión de nuestro mundo interior. Preferimos centrarnos en parecer fuertes y seguros. Siendo además la emotividad un rasgo asignado a las mujeres, con lo cual pasa a ser diferenciador con ellas y prohibido en la educación del varón.
Hay gays que creen que tenemos mayor sensibilidad o capacidad de expresión sentimental, por el hecho de ser homosexuales, pero esto es más que dudoso. Puede ser que haya una identificación con la sociedad, en su rechazo, que nos ha puesto encima un estereotipo: débiles, sensibleros, llorones, “locazas”, “nenas”...
La pluma o identificación con lo femenino, no nos hace estar más conectados con los verdaderos sentimientos profundos de uno mismo. Y tampoco nos cualifica mejor para expresarlos. El histrionismo de algunos, o su sensiblería, no necesariamente muestra lo que sienten. Puede ser incluso una gran fachada que les oculte ante los demás.
El varón tiende a no hablar de ese tipo de cosas. Le da más importancia al actuar que al hablar sobre sentimientos. Expresar sentimientos le hace sentirse vulnerable ante el otro. Mostrar un flanco a través del que ser atacado. Lo que lleva a querer pasar por alto determinadas situaciones conflictivas. Y al no solucionar los conflictos menores, mostrar una irritación inespecífica, que le lleva a estar malencarado, molesto con cosas que no vienen a cuento, o querer evadirse y huir.
Esto llevado a la convivencia de una pareja gay (entre dos hombres por tanto) la hace más complicada, pues quizás ninguno actúe de facilitador de esta comunicación, y se dé un estilo de relación en la que no se diga casi nunca lo que verdaderamente se siente y cómo se ve la marcha de la pareja; de cómo se ve el proyecto común; de la salida que se piensa a los conflictos que se estén viviendo o ver cual es la mejor actitud ante ellos.

Rara vez se quiere tomar el toro por los cuernos, pues afrontar este diálogo sobre lo que preocupa, lo que se teme, lo que se desea, es prácticamente imposible. Implicaría primero reconocer todas esas cosas para uno mismo, y ese tipo de pensamiento sobre lo que se siente y sobre lo que pasa interiormente es evitado. Asusta.
Además de la educación, hay un serie de causas que inhiben la expresión de los sentimientos como son: el temor al rechazo del otro y a su posible abandono; la falta de seguridad y confianza en uno mismo; la expresión brusca y desproporcionada que suele traer malas consecuencias (y por tanto llevan a evitar repetirlo y frenan un nuevo intento, creando un verdadero círculo vicioso).
Todo esto lleva en la pareja a que las tensiones se resuelvan periódicamente con salidas que no impliquen hablar. Por ejemplo un fin de semana romántico, donde se tengan relaciones sexuales a todas horas, donde se pasen horas haciendo cosas divertidas: bailar...y donde se logre una “reconciliación” que no implique reconocer causas del conflicto, ni siquiera la existencia de dicho conflicto.
Lo mejor sería aprender a reconocer lo que se siente , aceptarlo e intentar expresarlo a las personas adecuadas, sobre todo a la pareja. Si tengo rabia expresarla en el momento, (no guardarla y pagarlo en el momento inadecuado o con la persona inadecuada). Expresar si tengo tristeza o alegría, si es agradecimiento o desilusión, si es temor o confianza. Utilizar los sentimientos al servicio de la comunicación en la pareja, y no lo contrario.

Abril 2003
Zero 52

Agruparse

Nos pasamos la vida perteneciendo a grupos sin ser apenas conscientes de ello. La familia, una pandilla, un equipo deportivo, un barrio, un país, una empresa...Vivimos en grupos, como en “atmósferas” imprescindibles, que necesitamos para existir. Los grupos nos aportan muchas cosas: apoyo, solidaridad, identidad, y por eso nos gustan, aunque sea transitoriamente.
Como gays también necesitamos esa “atmósfera”, esa sensación de formar parte de un grupo humano. Y aunque podemos pertenecer a grupos en el mundo heterosexual, echamos de menos grupos que nos reconozcan de otra manera, en donde poder ser más libres y encontrar referencias respecto a nuestra orientación sexual.
Por eso antes o después todos acabamos pasando por los sitios de ambiente. Por que buscamos no sólo ligar, o comunicarnos, sino que también buscamos ese entorno psicológico. Aunque no se ajuste mucho a nuestra manera de ser.
No está de más plantearse la posibilidad de pertenecer a grupos específicamente gays, en los que encontrar una sensación de apoyo, libertad, solidaridad. Donde comunicarnos y poder crecer . Un entorno protegido que aporte bienestar psicológico y seguridad.
Todos conocemos la sensación de alivio, incluso de felicidad, que se siente cuando al estar en el extranjero, de pronto podemos hablar con alguien en nuestro propio idioma. Eso nos hace sentir protección y disminuye la sensación de aislamiento.
Por eso animo a todos a intentar encontrar esa experiencia de pertenecer a un grupo, que hable tu propio “idioma”.
Hay colectivos y asociaciones gays, y dentro de ellos hay grupos de lesbianas, de jóvenes, de sordos, de deportes, de cristianos, de seropositivos, de transexuales. O comisiones de prensa, de salud, de educación, de derechos humanos.
Lo que ocurre es que muchas veces se tiene prejuicios contra estos colectivos; lo que impide acercarse a ellos. Prejuicios en contra, sin haberse molestado en conocerlos o en tomar contacto con ellos ni siquiera una sola vez. Sin tener una experiencia directa de dichos grupos.
Si esa vía no se ve adecuada, después de haberla intentado, yo animo a la creación de grupos en el ámbito que nos afecte o interese: por ejemplo, de padres gays, o de padres de gays, o un equipo de fútbol , o un grupo para leer libros en común y luego discutirlos, o un coro, o un grupo de universidad, o de pedagogos, o de cocina para solteros, o de cualquier cosa.
Las ventajas de agruparse son tantas que no voy a insistir. Sólo creo que merece la pena probar, aunque sea por un tiempo, y ¡a ver que pasa!.

agostos 2002
Zero 44

Problemáticas psicológicas por ser gay

El hecho de ser gay o lesbiana implica vivir con unas cargas de estrés y de sufrimiento que, en principio, se ahorran los heterosexuales. Esto hace que a veces nuestros problemas psicológicos puedan parecer debidos a la “esencia” de la homosexualidad, y no a que padecemos por el hecho de serlo en una sociedad tan homófoba.
La principal fuente de estrés para todo gay es la vivencia del rechazo social. El saber que se tiene un estigma, una marca invisible de la que uno no se puede desembarazar, y que nos hace vulnerables al insulto de los otros, que representan a lo “normal”, a lo aceptable, a lo “natural”. Esta vivencia del insulto se tiene desde muy pequeño, y genera mucha ansiedad para el niño y adolescente rodeado, casi exclusivamente de un ambiente homófobo activo (en el colegio o en la familia)
Una segunda fuente de estrés es el proceso de autoidentificarse como gay, asumirlo, aceptarse y comunicarlo a los demás. Este proceso es único para cada uno de nosotros. No sigue un patrón establecido y único, y la sociedad no lo favorece en absoluto. Todo gay parte de cero, pues en principio uno es hetero (de cara a los demás y a uno mismo), mientras no se demuestre lo contrario .Todavía son muchos los adolescentes que se suicidan por causa de su no aceptación de la homosexualidad. Pero son más aún los que viven en secreto todas las ideas, emociones, sensaciones que experimentan en relación a su sexualidad, que les lleva a atormentarse con temores futuros, con dudas, con incertidumbres…y que no les permiten desarrollar una adolescencia más equilibrada o armónica.
Cuando ya uno se acepta, más o menos, viene el tema de adquirir una identidad gay, que no necesariamente coincide con nuestros gustos y aficiones, o con nuestros valores y costumbres. La estrechez del estilo de vida gay, con casi únicos lugares de socialización los clubs y bares, en los que hay que consumir alcohol, drogas y practicar una búsqueda casi exclusiva de sexo, que no de amor…
Otro tema es la vivencia de soledad, por las dificultades de encontrar pareja. Somos pocos estadísticamente, y encima el ambiente favorece la creencia de que las parejas son imposibles de conseguir.
Y esto nos lleva a otro problema y es la interiorización del discurso social negativo que se tiene sobre los gays: que además de solos, somos autodestructivos, adictos, promiscuos… Y lo malo que cuando uno se lo cree, lo cumple (profecía autocumplida). De hecho hay gays que creen que como antes o después contraerán el VIH, pues para que cuidarse, si seguro que lo van a pillar.
Y por último, las presiones del modelo gay imperante en el ambiente, en donde solo se valora el hedonismo, una idealización del cuerpo joven y musculado, que lleva a obsesiones por el ejercicio y a posibles trastornos alimentarios. Alienando a los gays de sus propios valores, y creando malestar, sensación de desvalorización para los que no lo consiguen, y exclusión en el propio ambiente.

Diciembre 2006
Zero 93

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Bibliografía básica sobre psicología y parejas gays y lesbianas

La experiencia homosexual. Para aprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera. Marina Castañeda. Paidos. 1999
La nueva homosexualidad. Marina Castañeda. Paidos. 2006
10 consejos básicos para el hombre gay. Joe Kort. Egales. Madrid 2005
Cómo se vive la homosexualidad y el lesbianismo, Sonia Soriano Rubio. Amarú ediciones, Salamanca 1999.
Hasta en las mejores familias. Todo lo que siempre quiso saber sobre la homosexualidad de sus hijos, familiares y amigos pero temía preguntar.Jesús Generelo. Egales 2004.
¿Entiendes o qué?, Terry Sanderson . Mondadori (Mitos autoayuda) Barcelona, 2001
Más que amigas. Jennifer Quiles. Plaza y Janés. Autoayuda. Barcelona 2002.

Sobre temas más generales y sociales:

Homografías. Ricardo Llamas y Francisco Javier Vidarte. Espasa. 1999.
Extravíos. De los mismos autores. Espasa. 2001 (agotado, descargable gratuitamente en pdf en la página de www.hartza.com )
Reflexiones sobre la cuestión gay. Didier Eribon. Anagrama.. Barcelona 2001.
Para entendernos. Diccionario de cultura homosexual, gay y lésbica. Alberto Mira. Ediciones la Tempestad. Barcelona 1999
Una historia natural de la homosexualidad. Francis Mark Mondimore, Paidos contextos. Barcelona. 1998

domingo, 16 de septiembre de 2007

¡Si tú me dices ven...lo dejo todo!

El enamoramiento es de los fenómenos que más nos pueden trastornar en nuestra vida. Hay gente que decide casarse sobre la marcha, o irse a vivir juntos, sin haberse dado tiempo a conocerse mejor.
Para algunos es tanta la necesidad de encontrar a alguien, de sentirse plenamente queridos, de encontrar sentido a su vida a través de una relación, que en cuanto se enamoran empiezan a dar pasos en falso, que luego les llevan a decisiones totalmente precipitadas. Y las más llamativas son las de dejar el piso propio y meterse en el del recién conocido, irse a vivir con el novio a otra ciudad, o abandonar incluso el trabajo, para aventurarse a una nueva vida con el amado, en un rapto de pasión y locura transitoria.
Lamentablemente el enamoramiento no es garantía de que una relación vaya a buen puerto. Ponemos demasiadas atribuciones en el otro que son nuestras y no de él o ella (su orden, su honestidad, su fidelidad, su bondad, su diligencia, su capacidad de cuidar…).
Por eso es tan importante darse un tiempo de prueba, de noviazgo (en el sentido antiguo de la palabra), para conocerse, para que se disipe algo el delirio del enamoramiento, ese espejismo que nos hace creer que hemos encontrado el paraíso en la tierra, la persona anhelada, la solución a nuestros problemas, el sentido a nuestra vida…
En ese tiempo podremos ir conociendo los aspectos negativos del otro que no hemos percibido al inicio, (su egoísmo, su falta de ternura, sus manías, su tendencia a los celos patológicos, su agresividad o incluso maltrato…) y ver si el amor puede ir construyéndose en esa relación, si puede tener consistencia un proyecto en común, si hay madurez suficiente para sostenerla en los momentos de crisis.
No podemos dejarnos arrastrar solo por la ilusión del principio, o por el deseo y el buen sexo. Si sale mal podemos sufrir muchísimo y durante mucho más tiempo de lo que dure la felicidad inicial.
Dejarlo todo puede parecer una valentía, pero las más de las veces puede ser una idiotez. Sacrificar lo propio, para embarcarse en algo que puede zozobrar con facilidad.
Acabar de náufrago es peor que permanecer un poco más de tiempo preparando el viaje.

Vivir intensamente no impide cuidarse o prever los batacazos. Y muchas veces son personas que no pueden vivir su independencia, las que más inclinadas se sienten a entregarse totalmente, porque no saben vivir su propia vida.
Algunas sugerencias
• Tomarse un poco más de tiempo antes de precipitarse con cambios importantes: dejar un trabajo, una ciudad, una vivienda…
• Tener en cuenta que el enamoramiento inicial dejará paso a una época de mayor conocimiento del otro y de rutinas, que nos permitirán decidir mejor.
• Convivir un poco antes de mudarse a vivir juntos definitivamente.
• Tener en cuenta fracasos anteriores, para ir con pies de plomo y valorar si no estaremos repitiendo de nuevo un patrón que nos lleva a estrellarnos.
• No solo debemos guiarnos por nuestros sentimientos. La razón debe ayudarnos a valorar los pros y contras de nuestra decisión.
• No cegarse a temas evidentes como que nuestra pareja bebe en exceso, o se droga, o es violento, o inconstante, o tiene una gran historia de infidelidades…Porque lo amemos no va a cambiar.
• Especial cuidado si esta relación es la primera tras muchísimo tiempo anhelando una.
• Tener previstas salidas si todo falla.
• Una relación no debe ser “la solución” a nuestros problemas vitales.

mayo de 2007
Zero nº 98

Ser gay, ¿un asunto privado?

Escucho a ciertos homosexuales decir que eso de ser gay es, exclusivamente, un asunto personal, y que pudiendo vivir su sexualidad en privado, sin que los que les rodean o sus familiares lo sepan, pueden ser felices. Que les basta tener un novio o poder ligar, y que así desarrollan su vida perfectamente. Pues la diferencia está en el sexo, y que por lo demás no son diferentes del resto de las personas; que no se identifican con los gays que conocen, y sus modos de vida; que no tienen que participar de ninguna actividad específicamente gay; sea ir a bares, o tener un grupo de amigos gays, o asociarse a un colectivo, o manifestarse.
Creo que esta postura esconde, muchas veces, la interiorización del discurso homófobo. Y, detrás, está el rechazo a identificarse, o a ser identificado, con los demás gays. Que se tiene una imagen degradada de sí mismo. No se desea pertenecer a ese grupo de estigmatizados; de los que la sociedad tiene una imagen parcial y, casi siempre, caricaturesca.
Asumirse como miembro de un grupo social, y solidarizarse con los otros gays, es la manera más adecuada de combatir el proceso de rechazo social interiorizado. Esto no implica tener que ser de una manera que uno no es.
El aislamiento y la vida en secreto de la propia afectividad denotan una actitud de vergüenza; demuestra que se cree uno lo que la sociedad piensa: que ser homosexual es solo cosa de sexo y no, también, de amor; de otras formas de entender la vida. Implica aceptar el recortar la propia vida a gusto de la sociedad
Con esto no digo que haya que salir del armario a la fuerza, sino que se debe integrar uno lo más posible en su entorno, para no transitar solos, cargados de angustia, sin poder desarrollar plenamente su personalidad; sin poder disfrutar de cierta visibilidad, que les permita “reflejarse” en los otros y “reconocerse a sí mismos”.
Por otro lado uno no puede ser autónomo y libre individualmente, sino consiguiendo que se cambie la imagen social que se tiene de ser gay. Hasta que no tengamos todos los derechos de cualquier persona, no nos sentiremos completos.
Si uno permite el insulto a otros gays, absteniéndose de opinar, quedándose en silencio, está favoreciendo el odio al homosexual, y su propio auto-odio, así como, el sentirse humillado y cobarde.
Salir del armario sigue siendo una opción personal, que debe ser muy meditada y situada en el contexto de cada uno. No todo el mundo puede afrontar el rechazo que puede encontrar si lo hace. Pero al menos debe intentarse en el máximo grado posible.

marzo 2002
Zero nº39

Ocultación

Para la mayoría de gays y lesbianas la ocultación de uno mismo se convierte en lo cotidiano, en lo natural; se vive en secreto la atracción por el mismo sexo, se reprime el deseo, se frena la ternura, se representan actitudes con las que no hay una verdadera identificación.
Esta ocultación se inicia en la niñez y continua, cuando se ha salido del armario. Existen muchas situaciones en las que resulta difícil, si no imposible, mostrar lo que uno es ( en el trabajo, con los padres, con extraños). Y la opción por la visibilidad no se hace de una vez y para siempre, sino que se decide continuamente acerca de si compensa o no mostrar abiertamente la propia homosexualidad..
Se nos impone el silencio; o bien una sutil tarea de simulación, que nos obliga a ser actores forzosos, y que nos hace perder espontaneidad y la confianza en las relaciones humanas. Moldeamos un estilo de vida con una división interna entre lo que se puede o no expresar, y esto afecta de forma indeleble a nuestra personalidad, enrareciendo incluso las situaciones en las que deseamos mostrar nuestros verdaderos sentimientos. El hábito de desconfianza y de ir embozados termina impidiéndonos ser realmente como somos. Se llega a no saber lo que realmente se siente.
A veces uno se puede mostrar frío, distante; o al contrario, muy obsequioso y atento con el otro. Otras veces se muestra una actitud autosuficiente: en apariencia no se necesita a nadie, las cosan resbalan, o surge un comportamiento cínico y pesimista ante los problemas de los demás; o se expresa uno de forma poco clara o ambigua.
¿Cuánto de nuestra personalidad ha quedado oculto para siempre? El gay, que ha aprendido a “no comunicarse”, para evitar el insulto, debe desaprender esta actitud de incomunicación, y retomar de nuevo la palabra.
Los lugares de socialización gay, son vías de escape para esta situación, pero la marca ya está impuesta: en lo afectivo, en lo sexual, en el cuerpo.
No sólo es cuestión de poder hablar de nuestra homosexualidad, soltar alguna pluma, o poder ligar; es cuestión de poder abrirnos al otro auténticamente y confiar en que no nos dañará, con actitudes o comentarios, por ser uno mismo.
Revertir tantos años de encubrimiento exige esfuerzo. La desconfianza con la que se vive impide durante mucho tiempo un compromiso real con los demás, no facilita ni la verdadera amistad, ni una relación erótica y afectiva profunda con el otro.
La prueba de fuego se dará en la intimidad: en ella descubriremos si somos capaces de expresar nuestros verdaderos deseos, nuestras necesidades, nuestros intereses y sentimientos.

julio de 2001
Zero nº 30

Auto-rechazo

Hay gays y lesbianas que inhiben sus aspiraciones a conseguir determinado puesto de trabajo, tener una pareja estable, o hijos. Otros boicotean, permanentemente, todo lo que puede acercarlos al bienestar, a una vida armónica consigo mismos y con los otros. Son muchos los que viven excesivamente aislados, infravalorando sus capacidades intelectuales y emocionales. En ocasiones se les ocurre fantasear con la idea de redirigir la vida hacia una heterosexualidad imaginaria. Algunos no practican sexo seguro, a pesar de estar bien informados sobre los riesgos que corren.
Estos pueden ser signos de la falta de aceptación de sí mismos; y no sólo un resultado simple o automático de los obstáculos que se encuentran en la realidad.
El auto-rechazo toma formas sutiles, que podemos detectar al pasar por situaciones que nos producen culpa o vergüenza y que creeríamos vivir sin especial dificultad si fuéramos heterosexuales.
El niño que luego llegará a ser un adulto gay, recibe continuamente mensajes que le refuerzan en la idea de que “no se puede ser homosexual”. La vida está montada, proyectada, hacia la heterosexualidad. Los padres y los círculos sociales que rodean al niño van ofreciendo modelos con los que identificarse en los que no se integra la posibilidad de ser gay o lesbiana; no se piensa que se pueda ser padre, abogado, mecánico, bombero, y además gay.
Uno no sabe lo que es bueno o malo por sí mismo hasta que es adulto, mientras tanto ve las cosas con los ojos de los demás. ¿Con qué imagen de sí mismo convive el niño que se percibe “diferente” si lo que desea (y no puede elegir) recibe nombres tan temidos como “mariquita” o “tortillera”?
Llegar a ver lo homosexual como algo bueno y deseable es el fruto de un proceso largo y denso, en el que nos deshacemos de los mensajes negativos recibidos y de las falsas creencias que los sustentan. Estos mensajes los tenemos grabados con tanta intensidad que pasamos muchos años en la tarea de borrarlos. Y no sólo son mensajes, sino hábitos de comportamiento (por ejemplo: restricción en la expresión de los afectos) y actitudes que compensan la propia desvalorización (como una excesiva preocupación por la apariencia personal).
Con cierta frecuencia, muchos gays asumen como un hecho incontrovertible que no es posible llevar una vida feliz siendo gays. Es una tarea importante y enriquecedora preguntarse por cómo el auto-rechazo afecta a la propia vida, y ver qué cambios podrían realizarse para mejorar el concepto que se tiene de uno mismo como persona.

junio de 2001
publicado en Zero nº 29

domingo, 24 de junio de 2007

¿Un estilo de vida gay?

Con la visibilidad creciente de los gays, se han ido manifestando unas formas de vida, y unos estilos que han monopolizado los medios de comunicación. Los barrios gays como Chueca, muestran estilos de vida que pueden parecer, a algunos, los únicos que hay.
No a todos nos tiene que gustar el Festival de Eurovisión, o Mónica Naranjo, o practicar el excesivo culto al cuerpo, atados a las máquinas del gimnasio y consumiendo anabolizantes. Tampoco hay que ir casi rapados o tener un bolso en bandolera. No hay que consumir tal bebida energética, o comprar el último CD con música especial para gays, ni hacer cruceros, ni frecuentar exclusivamente determinadas discotecas o bares...
Para algunos esto produce alergia y rechazo, como el que produce la pluma. Y no es necesario sentir rechazo, sino más bien darse cuenta que los estilos de vida pueden ser tantos como personas. No podemos caer en establecernos como los “buenos gays” y ellos los malos, porque creamos que los otros sean víctimas de modas o consumismo. Esa actitud expresa cierta homofobia, queriendo poner en el otro lado al que nos hace el daño por dar esa imagen a la sociedad. Cuando la sociedad nos rechaza antes de existir.
Para muchos el problema es que se ven presionados por amigos o conocidos a identificarse con estilos que no les son propios, y que parecen necesarios para poder alcanzar una identidad como gays. O en su propia búsqueda de una identidad, toman a lo más visible como lo que es “ser gay”. Cuando ser gay es algo cambiante, y es una lucha personal. Esta identidad no tiene que basarse en estereotipos impuestos por la sociedad heterosexista (pluma), ni tampoco en estereotipos que crea la propia sociedad gay a través de sus instituciones de consumo (bares, tiendas, gimnasios, saunas...),o por su propia dinámica interna (muscularse para dar impresión de salud en la era del SIDA). Creer en ese único estilo de vida gay puede llevar a sufrir mucho en la autoestima y a tener problemas de salud. (Considerando que sin belleza, sin juventud, sin músculos, sin ir a la moda o sin frecuentar el ambiente noctámbulo gay, no se pueda ser feliz).
Priorizar el placer sexual, rendir culto a lo joven, al músculo, tener que drogarse o beber en exceso, o ir a la moda, pueden conformar una vía idealizada para realizarse. Para muchos es una estética imposible de obtener, que solo sirve para aumentar una sensación de alineación y un sentimiento de “ser inadecuado”. Creo que hay que mirar hacia otros modelos más personales para encontrarse a uno mismo y sentirse bien. Modelos que nos hagan más autónomos y libres. Sin menospreciar estos otros que nos ofrece la realidad, que son, en cierta forma, una fuerza colectiva de cambio y liberación frente al rechazo social.

agosto 2003
Zero 56

Cultivar la amistad

Los amigos constituyen un aspecto muy importante de nuestras vidas, que no debemos descuidar. En muchos casos se convierten en nuestra “familia de elección”. Sobre todo para los que han sufrido el ostracismo familiar. En general nos hacen sentirnos valiosos y queridos; nos sirven de compañía, de consuelo, de cuidadores, de consejeros...y nos permiten quererles y compartir la vida.
Por todo esto, y mucho más, es importante aprender a cuidar esas relaciones y si es posible mejorarlas. Una verdadera amistad es un tesoro, irrepetible, inintercambiable, que solo se da, de esa forma, con esa persona concreta. Cultivar la amistad es un arte a desarrollar.
1. La amistad se fundamenta en el encuentro. No hay que retrasarlos demasiado. Como una planta a la que se riega, la amistad tiene su ritmo, y no puede dejar de regarse.
2. Hay que compartir los momentos importantes: alegrías, acontecimientos vitales, duelos, logros... y hacer cosas juntos, aunque sean triviales: ir al cine, o de compras, o salir con la bici. Si es posible, en intimidad, sin otros testigos, para que florezca la vivencia de que se es importante el uno para el otro y se tiene disponibilidad, aunque sea limitada.
3. La sinceridad y el comunicar los verdaderos sentimientos son como el buen clima que necesita para su desarrollo. No se puede mentir al amigo. Destruiría la confianza. E igual si no se le expresa lo que preocupa, lo que se teme, lo que se disfruta.
4. Cualquier pretexto es bueno para hacer una llamada, para mandar una postal (aunque el amigo viva en la misma ciudad), para enviar un mensaje al móvil. Sabrá que pensamos en él.
5. El mayor regalo que podemos hacer a un amigo es nuestra escucha, nuestra constancia, nuestra disponibilidad sin condiciones. Por eso los verdaderos amigos no suelen hacerse regalos excesivos que tienden a deslumbrar o seducir, o que pueden crear una sensación de deuda.
6. El abuso, la utilización, la búsqueda de provecho propio son incompatibles con la amistad. Así como el egoísmo o la falta de generosidad.
7. Tampoco podemos pedir al amigo algo que le obligue a ser injusto, a mentir, a favorecernos indebidamente. Le obligaríamos a vivir el dilema de tener que traicionar a su forma de ser o traicionar a la amistad. Y la amistad implica una ética de respeto absoluto a la libertad y la forma de ser del otro

enero 2005
Zero 75

¿Dónde vamos de vacaciones?

Tomar decisiones es cosa del día a día en la pareja: si se sale el fin de semana, si se va al cine, si se compra un mueble, quién prepara la comida...y esto exige aprender a dialogar y a negociar lo que nos interesa; aprender a reconocer los propios deseos y necesidades, y aprender a expresarlos sin temor.
Algunos delegan ciertas decisiones por pura pasividad. Muchas veces justificándolo en que no tienen preferencia o no tienen tiempo para buscar. Cuando lo que hacen es someterse para evitar conflictos que no saben manejar. Quizás por el tipo de carácter del otro, que pueda ser muy obstinado o agresivo o dominante. Quizás por una actitud de renuncia a los deseos propios por autodesvalorización o por cierto nivel de depresión (que puede estar enmascarada).
En la pareja hay muy a menudo conflictos entre los deseos y necesidades propios y los del otro. Por eso, para que la pareja funcione mejor, es importante reflexionar sobre el nivel de satisfacción de esos deseos y necesidades, para que no sea siempre el mismo el que ceda, o que incluso para ciertas cosas se busque satisfacción por fuera de la pareja.
Si para uno es muy importante irse a escalar montañas y para el otro lo que necesita es refugiarse en una casa de campo, para cocinar, pasear y leer, quizás no puedan pasar todas las vacaciones juntos y tengan que buscarse otros compañeros para sus planes, y reducir a un mínimo común que les permita pasar unos cuantos días juntos.
El sentirse libres para alejarse en vacaciones, oxigena a la pareja y permite que las vacaciones cumplan mejor su objetivo de recrearnos y darnos nuevos bríos para el resto del año. No solo para trabajar sino también para continuar creciendo en la convivencia de pareja.
En la pareja nunca hay que imponer. Y sólo a veces hay que renunciar o ceder. Pero sobre todo hay que hacer sentir al otro que se está juntos para disfrutar de la vida, para crecer, para sentirse mejor que a solas. Y esto es raro que se pueda conseguir con coerciones, o con actitudes muy pasivas.

mayo 2004
Zero 65

Convivencia de vacaciones

Tras las vacaciones de verano aumenta el número de separaciones y divorcios. Se cree que es debido a la tensión que se acumula durante esos días de convivencia forzada, que acaban por dar al traste con esa pareja, ya deteriorada.
El ocio no tiene que relajar ni unir a la pareja, porque no se trabaje. De hecho hay personas que se agobian si no tienen nada que hacer. O que soportan mal la convivencia 24 horas con el compañero o compañera, sin la interrupción que suponía el irse a trabajar. Teniendo que decidir montones de cosas fuera de la rutina habitual (excursiones, compras, salidas, comidas, encuentros o alguna situación difícil como un robo) que ponen a prueba el carácter de ambos, y el encaje entre ellos. La falta de iniciativa, o el ser muy pasivo, o el no tener espíritu de aventura, no tienen por qué crear problemas en el día a día, pero sí en una situación de un viaje de vacaciones.
Para los que no conviven habitualmente, es un momento de prueba, que si no sale bien puede poner en crisis a esa pareja. Y sobre todo a los que viven en ciudades o países separados y cogen con muchas ganas y expectativas ese encuentro veraniego. Si apenas se conocían pueden llevarse una desilusión al ver que las cosas no funcionan como esperaban. Por ejemplo por que al otro le guste disfrutar mirando o coqueteando, por su forma de ser, y se cree una situación de celos.
Irse de vacaciones es fuente de relax si se sabe hacer y si se va a un entorno conocido y con alguien conocido. Lo nuevo siempre crea tensión e incluso miedo. Mejor es no olvidarse de esto y tomarse las cosas con mucha calma y sin crearse unas enormes expectativas .


julio 2004
Zero 67

miércoles, 13 de junio de 2007

Los ex-novios

Entre los gays hay un fenómeno curioso y es la frecuencia con que se dan la amistad y las buenas relaciones con los antiguos novios. Cosa que no ocurre entre los heterosexuales para los que la ruptura suele implicar un distanciamiento total, algo realmente traumático, con un gran componente de odio; es típica la situación de gente que no se vuelve a hablar nunca, o incluso que pasados 15 o 20 años desde la separación se salen de una reunión en la que aparezca un ex.
Probablemente, en los heteros influyan muchos factores, como el tener que pasar por el proceso legal de separación o divorcio, con sus implicaciones económicas, y de reparto de responsabilidades. También está el que se aguanta más de la cuenta y que las rupturas son con un mayor deterioro de la relación previo a la separación debido a que hay una mayor dependencia de las mujeres tanto en lo emocional, como en lo económico y por la presencia de los hijos.
Entre los gays se suele dar de forma menos traumática, sin tantas presiones sociales, económicas o familiares y en cuanto surgen las desavenencias es más factible que se disuelva la relación. Con lo que la carga negativa acumulada es menor y se tiende a recuperar la relación más fácilmente, en forma de una amistad.
La ruptura no se traduce en odio, sino en simple distanciamiento afectivo y sexual, que no impide los sentimientos amistosos. (Aunque hay excepciones en casos de una infidelidad no esperada o algún tipo de traición o violencia)
Lo malo de ciertas rupturas es que no acaban de aclararse en mucho tiempo y llevan a que ambos sigan viéndose o incluso conviviendo, y por otro lado empiecen a tener otra pareja que se ve involucrada en conflictos y tensiones de la anterior pareja.
Por eso es muy importante que cuando uno establece una pareja nueva tenga claro que el otro se haya dado el suficiente tiempo como para que se haya cortado de verdad la relación con su anterior novio. Pues éste puede intentar recuperarle entrometiéndose y boicoteando la nueva relación. A veces con la apariencia de amistad y buenas intenciones.
Hay que establecer verdaderas fronteras con las personas que forman parte del círculo afectivo de la pareja, pues puede haber muchos ex entre los amigos, con el riesgo de que aparezcan situaciones sin resolver, o celos que lleguen a ser tremendamente destructivos.
Puede ser muy difícil para un ex ver como la casa que compartió con su pareja es ahora vivida por otra persona que ha venido a ocupar su lugar, y que utiliza incluso los objetos que compró personalmente o escogió con su novio.
En épocas de crisis de pareja, pueden aparecer antiguos novios como salvadores, como hombros consoladores, pretendiendo hacerse los imprescindibles y así sacarse la espinita clavada que supone que su ex haya preferido a ese-otro-que-ahora-le-hace-sufrir-tanto.
El ex tiene que tener claro su nuevo papel en la vida de su antigua pareja, y aclararse con sus sentimientos, lo mismo que viceversa su ex novio. Pues el coqueteo, el pretender recuperar complicidades, el exceso de confianza frente al nuevo novio, son estrategias destructivas tanto para la pareja nueva, como para que sea posible una verdadera amistad entre los dos ex.
Se necesita una gran dosis de madurez y sentido del humor para afrontar esa presencia en la vida de la nueva pareja del ex. Lo mejor es tener una distancia adecuada, que siempre será mayor que la que se tiene con otros amigos, y resignarse a que nunca más se volverán a vivir determinadas experiencias que corresponden a otra época de la vida.


junio de 2003
Zero 53

El hombre de mi vida

Me choca mucho escuchar la expresión el hombre de mi vida, pues no creo que exista una única persona que sea la que encaje con uno para toda la vida, o la persona perfecta que nos lo vaya a dar todo y para siempre. En todo caso uno podría hablar de los hombres de su vida. Que la vida es muy larga y se va evolucionando en personalidad, en necesidades y no siempre es posible que esa evolución coincida con el otro. Lo que no impide que uno pueda plantearse la relación como indefinida y desear que dure toda la vida, si la cosas van bien en muchos sentidos.
Ahora que vamos a poder casarnos, la cuestión es si plantearse además el matrimonio. Y creo que esto es una decisión muy personal, que está más relacionado con cuestiones político-sociales (al menos para los primeros que lo hagan en plan reivindicativo), o con el tema de tener hijos y darles una estructura familiar más tradicional, por las ventajas fiscales y sociales que tenga, o por que se identifiquen con los matrimonios heterosexuales y añoren toda la historia de festejos, rituales sociales, y lo que implica de normalización social.
Pero casarse no implica necesariamente un mayor compromiso, pues está visto la de gente que se separa o divorcia al poco tiempo de casarse. El compromiso es algo que uno vive interiormente y no creo que ya influya mucho el rito social, que está desprestigiado, al menos en el mundo heterosexual. No creo que haya que hacer una decisión por moda, sino pensarlo bien, pues en todo caso sí que implicamos a familiares, amigos en la decisión y no es cuestión de marearles con bodas, regalos, para que aquello esté roto a los dos días.
Uno crea una relación amorosa y aprende a amar a esa persona, con lo que implica de entrega, cesiones, cuidado, solidaridad...valores que no están en alza, lamentablemente.


noviembre de 2004
Zero 71

El rompecorazones

Algunas personas van por la vida creando expectativas en los demás, que luego no se van a cumplir. Seducen, enamoran, dan, quizás, de aquello que saben que el otro anhela enormemente. Crean un momento o un estado intenso de intimidad. Hacen sentir al otro importante o valioso. Transmiten la sensación de “que uno ha encontrado a la persona que se esperaba”, o que son maravillosos. Y no es algo sólo erótico, pues aunque sean seductores y busquen sexo, hacen sentir que hay algo más. Algo que llega hondo y que desbloquea las defensas de su víctima. Que se entrega involuntariamente a un estado de entusiasmo e ilusión condenado al fracaso.
Son personas con un don, un encanto, que las hace irresistibles. Se presentan como simpáticas, interesadas, que tienen en cuenta al otro como ser humano. A veces son serviciales o entregadas. Quizás son especialmente guapos o lo consiguen parecer. Y se acercan a personas que son más débiles o más necesitadas, y que fácilmente van a caer en ese hechizo.
Todo este es una estrategia inconsciente (en principio, hasta que se repite demasiadas veces, incluso para ellos) que les lleva a tener que conquistar, atraer, seducir…pero con el fin de sentirse valiosos, o sentir que tienen cierto poder, o que no están en el lugar de los que son abandonados, sino en el de los que abandonan (pues no lo soportarían). Huyen a la primera de cambio, o dicen que no quieren comprometerse, o dan a entender que no es posible una continuidad.
Es una problemática narcisista, por la que se juega con los sentimientos de los demás, para mantenerse con cierto valor. Y que implica no sentirse culpables del daño que se hace, pues no pueden realmente “ver” al otro en su integridad como personas. Usan a los otros, para sus necesidades psicológicas, pero son incapaces de querer a nadie. Ni siquiera a ellos mismos. En todo caso pueden pensar que el otro es tonto por lamentarse de su suerte, o que dramatiza en exceso, o que hizo mal enamorándose “pues le dejó claro desde el principio que no había nada más”.
Son personas que pasan de una relación a otra, como de “oca en oca”. Precisamente para no sentir pérdida o carencias, y no poder deprimirse nunca (que es lo que en el fondo ocultan: una depresión larvada, pero profunda).
Ante personas así hay que huir cuanto antes, pues no es posible cambiarlas con el cariño, ni con el diálogo. Lo triste es que normalmente es demasiado tarde…para su víctima.


julio de 2006
Zero 89

Mentiras

Una de las cosas que más daño hacen en la pareja son las mentiras continuadas de alguno de los integrantes. Puesto que llega un momento en que ya no se sabe si algo es verdad o no. Y la confianza se resiente tanto que la convivencia se hace muy difícil.
Esto ocurre mucho con las personas que son adictas al juego, el alcohol o las drogas, o a internet. Están siempre intentando ocultar y ocultarse la gravedad de su problema y la mentira compulsiva forma parte de su enfermedad. Es muy difícil ayudarles precisamente por esa mentira, que nos impide confiar en que nuestra ayuda vaya a servir para algo.
Otras personas son muy fantasiosas y necesitan creerse sus fantasías y hacerlas creer. Mienten para darse importancia, o para ocultar sus fallos y problemas. Para ellas es más importante mantener su precaria autoestima que la comunicación de la verdad y la confianza en su pareja. Tienen tanto miedo al rechazo y al abandono que necesitan estar dando una falsa impresión. Son tan inseguras que apuntalan su identidad a base de esas mentiras.
Cuando es un problema de personalidad, como el que planteo, mejor es buscar una ayuda profesional, pues realmente es una enfermedad.
Otra cosa son las mentiras ocasionales que muchas parejas se hacen para no confesar una infidelidad, o algún asunto que saben que al otro le va a hacer mucho daño o que le va a crear mucha inquietud.
Es verdad que aunque en la pareja debe existir confianza absoluta, no se puede contar todo y a veces, para preservar cierta intimidad personal, o para evitar conflictos, se miente. Pero sería mejor callar algo y no mentir, pues el daño es menor, en todos los sentidos.

abril 2005
Zero 79

Vacaciones

En tiempo de vacaciones es importante reducir el ritmo vital y acompasarlo al ritmo biológico (dormir cuando apetezca, comer cuando haya hambre) y recuperar el contacto con la naturaleza. Es un momento para re-crearnos, para deshacer los vicios adquiridos durante un año de monotonía y rutinas, y retomar una senda interior y personal de cultivo propio y cultivo de la amistad y el amor.
Tenemos la oportunidad de desconectar del tener-que-demostrar, del competir, para limitarse a ser uno mismo. Adueñarse de uno, aposentarse en nuestro terreno propio y sentirse como en casa. Esto implica adueñarse también del lugar a donde viajemos, integrarlo y percibirlo como un lugar de acogida donde experimentar bienestar físico y psíquico.
Podemos buscar vivencias que nos conecten con lo más íntimo de nuestro ser, vivencias de lo sublime: sea la inmensidad del mar o del silencio de la montaña. Sentimientos que nos hacen sentir humildes, vivir lo espiritual que nos habita, conectar con sensaciones de pérdida de límites y ausencia de responsabilidades.
Desde esa distancia, retomar el sentido de nuestra vida y de nuestras obligaciones, gracias a saberse a muchos kilómetros, respirando otros olores, contemplando otras flores, percibiendo otra luminosidad en el cielo, escuchando otras voces.
Se da una apertura de los sentidos, que nos permite incorporar como haría un niño que observa y toca todo lo que ve. Acumulando experiencias , sintiendo que estamos vivos y que la vida nos pueda aportar mucho, como esos momentos de sobrecogimiento (que implican belleza y temor a la vez). El viaje permite recuperar aspectos como el juego, el verdadero ocio, el dejar pasar el tiempo contemplando con los ojos muy abiertos lo que nos pase por delante. Nos permite recuperar la ilusión, la fantasía, para ver las cosas con interés, con ojos renovados.
El viaje nos puede hacer mejores si incorporamos esta serie de experiencias. Lo importante pasan a ser estos momentos intensamente vividos, auque sean de calma y silencio, que quedan grabados profundamente. Los recuerdos podrán ser gestos, ciertos olores, un presencia en la atmósfera, un ambiente en una calle...
Una alternativa a esta forma de viajar es la de llenar nuestro cuerpo de estímulos potentes como consumo, música, baile, pastillas, sexo, buscando sacudirnos para salir de nuestro letargo interior, de la apatía y la falta de ilusión vital o buscando el vaciarnos y anonadarnos. En esos casos la vuelta a casa confirmará la sensación de hastío y de vacío interior, pues no se ha transfigurado nada internamente que permita afrontarla con mejor ánimo.


junio de 2003
Zero 53

Lenguaje no verbal

Nos comunicamos más por medio de nuestro cuerpo que por vía oral. Se calcula que entre un 65% y un 80% de la información que transmitimos a los otros lo hacemos con gestos, movimientos o posturas. Sin embargo confiamos mucho en la eficacia de las palabras que pronunciamos, como si fueran lo único que emitimos, o lo más importante. Y no es cierto.
Hacemos más impacto en el otro por nuestro tono de voz (agresivo, dulce, acogedor, distante...) o con señales no verbales. Y ante cualquier incongruencia, la gente se fía más del mensaje no verbal. ( Algo que explotan las películas de humor o de terror, pero que parecemos ignorar en nuestra comunicación habitua)l.
Aprendemos a captar desde bebés, lo que el otro quiere decir, mediante la observación de sus mensajes no verbales. Y todos estamos usando esa percepción de forma inconsciente e intuitiva. Comunicando aunque callemos.
Esa comunicación se da con los movimientos del rostro, con la posición de nuestras manos, con la distancia física. Así una persona puede caer fatal a otra, si por ejemplo se le mete en su espacio íntimo o personal. Este espacio es necesario a nuestro alrededor y sólo dejamos traspasarlo a determinadas personas: padres, hijos, amantes... Un contacto físico, no esperado o no deseado, aunque sea tierno, se puede vivir como una invasión agresiva.
El lenguaje del cuerpo es como el lenguaje hablado: hay frases, hay contexto. No es lo mismo sonreír tras unas mirada dulce, que tras unas mirada de indiferencia o de odio. Y hay que tener en cuenta los mensajes no verbales del otro, la situación... Mirar a otro de forma insistente, más allá de unos segundos, puede ser vivido como deseo, o como provocación. Pudiendo depender exclusivamente del sitio dónde se hace. Y en caso de estar ligando hay que tener muy claros los mensajes que estamos emitiendo y si son los correctos para esa situación.
Cuando alguien encuentra que le rechazan una y otra vez sin saber porqué, debería preguntarse qué mensajes emite, sin percatarse, a través de sus gestos , su forma de vestir, su aproximación al otro, que actúan independientemente de sus palabras. Igual cree que es cálido cuando se está mostrando frío y distante. O cree que se muestra sincero y se está delatando con microgestos corporales.
Para conocernos mejor en lo que respecta a nuestro lenguaje no verbal podemos observarnos y observar a los demás y si es preciso recurrir a algún amigo que nos haga de espejo y nos diga lo que ve. Esto va a ayudarnos a mejorar nuestra comunicación.

febrero de 2003
Zero 48

domingo, 20 de mayo de 2007

Le pillé con otro

Cuando se sufre una infidelidad, sin que esa posibilidad estuviera previamente pactada, es importante serenarse y no dramatizar en exceso, aunque nos haya dolido bastante.
Lo primero es (si no ha sido in fraganti) cerciorarse de que es verdad y que no es un mero indicio o sospecha. Pues en ese caso habría que esperar a comprobarlo, antes de acusar.
Siempre se puede hablar con la pareja de nuestra sospecha y de nuestro temor. Aunque nos lo niegue y simplemente nos acuse de celoso. Al menos esto sirve para dejar las cosas claras sobre el daño que nos haría una infidelidad.
Comprobado el hecho, lo siguiente es pensar en como nos sentimos y el daño que realmente nos hace. Sin dramatizar y sentirnos los más desgraciados del mundo. Mejor hablarlo con alguien con quien tengamos confianza de que nos va a escuchar y nos va a ayudar a reflexionar sobre la situación que vivimos.
Una infidelidad no es sinónimo de ruptura de pareja; es mejor no angustiarse en exceso, creyendo que va a haber una pérdida definitiva. Tampoco debe implicar un desvalorizarse por ello. Las necesidades, de nuestra pareja, de sexo o de otras relaciones no implican que no nos quiera, necesariamente, o que esté buscando un sustituto “porque ya no valemos”.La causa de esta infidelidad puede ser muy variada.
No le podemos dar todo y es posible que busque algo por fuera, pero que no tiene que ser comparable. Pues lo que tiene con nosotros es una relación completa, amorosa, incluso de convivencia. Y mientras no hable de separarse, es mejor afrontar la crisis, juntos, y buscar un reajuste, en el que la comunicación sea mejor.
Lo que sí puede poner de relieve esta situación es el grado de dependencia que tengamos, y de lo importante para nuestra autoestima que es la fidelidad de la pareja. Lo que yo valgo no debe depender de los devaneos de mi pareja, pues en todo caso es una necesidad suya. Que haya engañado, implica que no podía mostrarlo, que no supo o pudo explicarlo abiertamente o que es débil, no que quisiera hacernos daño.
Si comprobamos que juega con nosotros y nos engaña por que no nos quiere y sólo nos usa, en ese caso sí habrá que ir pensando en una posible separación.
Si tenemos pruebas de que nos quiere, entonces es mejor luchar por lo bueno de la pareja, para mejorarlo aún más.

mayo 2006
Zero 88

La familia avergonzada

Las salidas del armario ante los padres y hermanos, producen muchas reacciones en la familia, y una de ellas es la vergüenza.
Esta posición de vergüenza implica que la familia no ha aceptado completamente el hecho de la homosexualidad de su hijo o hija, que están muy influidos por la realidad heterosexista que les rodea y temen el rechazo social si los demás se enteran de que tienen un hijo gay. Incluso temen que les culpen de no haberlo hecho bien en su educación.
Los padres nunca están preparados para el hecho de tener un hijo gay, por que viven en la ilusión de que solo existe la heterosexualidad, de que esa es la norma. Que si eso ocurriera es como cuando te sale un hijo drogadicto o delincuente: una desgracia de la que hay que avergonzarse y ocultarla en secreto.
Con ese planteamiento, se les destroza su ilusión sobre su familia, sobre la realidad de ese hijo, sobre su futuro. Se ven influidos, en principio, por el imaginario social negativo, de que su hijo va a ser desgraciado, que va a vivir una vida disoluta, o al menos muy dura, que no van a ser abuelos…Están decepcionados y no pueden creer que tengan esta desgracia en casa. Que algo mal han debido de hacer. Buscan culpables. Se cabrean. Se sumergen en un mutismo destructivo, que les aísla de otros familiares, de hijos e incluso de su propia pareja. Se distancian de amigos.
No se atreven a salir del armario como padres de un gay o lesbiana, y tienen que afrontar los mismos prejuicios, injusticia, homofobia, que su propio hijo o hija. Tienen que ponerse en camino de aceptarse como padres de un chico o chica gay, a la vez que aceptan a su hijo.
Si permanecen en ese estado de no aceptación, sufren un deterioro personal y familiar, al no poder integrar esta nueva realidad en su vida cotidiana, familiar y social.
La señal de que lo van aceptando puede ser que lo hablan con otros familiares, o que están dispuestos a sacar el tema con el hijo, que le preguntan sobre su vida, sobre sus amigos o su pareja, que están dispuestos a incluirlos en reuniones familiares o les invitan a venir a casa. Y que incluso están dispuestos a implicarse en temas relacionados con la causa gay, como la manifestación del día del orgullo, o asisten a alguna charla de una asociación glbt. O que leen algún libro sobre el tema y quieren comentarlo con otras personas.

Abril 2005
Zero 76

Gueto sí, gueto no

La verdad es que la palabra gueto suena tan mal, que de entrada tendría que contestar que gueto no. Pues parece implicar un aislamiento forzado por la sociedad y asimilado por las víctimas, que se automarginan: nosotros.
No creo que se puedan llamar, ya, guetos a las formas de vida gay o los mundos gays que se crean en las grandes ciudades, con sus locales comerciales como centros institucionales de socialización. Son lugares muy abiertos, que no excluyen generalmente a los heteros (restaurantes, peluquerías, bares, calles, tiendas...) Y no son el único sitio de expresión de vida gay.
Permiten que la gente tenga la posibilidad de socializarse, en un ambiente protegido de rechazos y que favorece el contacto con otros gays que tienen ganas de ligar o de estar en un entorno donde expresarse y sentirse más seguros.
El llamado gueto tiene una función emancipadora y libertadora, en la medida que permite que los jóvenes (gays y lesbianas) aceleren su proceso de aceptación (le hace ver que no los “únicos”), y encuentren modelos y muestras de solidaridad con su propio proceso personal. El proceso de adquirir la propia identidad, de autoafirmarse como alguien valioso siendo gay (cuando la sociedad te rechaza) necesita de amigos, de la familia, pero también de sitios de encuentro. El mundo gay se ha diversificado, y da muchas posibilidades de conocimiento y elección.
La visibilidad que aporta influye tanto en los que lo frecuentan como en el resto de la sociedad, afirmando el derecho a existir sin su control, mostrando nuevas formas de pensar, de hacer, de lo que se puede ver. Para muchos que viven lejos de esos núcleos de reunión, el que sepan que existen, que pueden acudir ocasionalmente, si quieren, y que la sociedad va percibiendo nuevas formas de relación, les ayuda para poder dar pasos en sus propios lugares. Atreviéndose a destaparse, a expresarse sin tanto temor. Les da apoyo moral el saber que la sociedad tiene esa referencia de que existimos en masa.
Todo esto sirve como una lucha contra el silencio y el secreto, en la medida que se ha hecho tan abierto y visible. Algo fundamental para afrontar la opresión y el insulto de la sociedad. Permitiendo crear identidades colectivas positivas y afirmadoras. Y que el sujeto pueda tener un sentido de inclusión social. Aunque no se identifique completamente con el modelo que encuentra.
De hecho el gueto puede crear una cultura rígida y un tipo de modelos afectivos y sexuales que impliquen comportamientos fríos o de mutuo uso. Puede alienar a muchos por su no pertenencia al grupo hegemónico (joven, guapo, musculoso, a la moda).Potencia en exceso el consumismo, y lo comercial. Prescribiendo una cultura gay muy estrecha, que no refleja los valores y comportamientos tan variados como existen entre los gays.
Este inconveniente, es un inconveniente menor, en la medida que somos libres para seguir o no esas influencias, en la medida en que nos demos cuenta de esa determinación social de nuestras conductas. Pero las ventajas son hoy día mayores, en la medida que es necesario formar una colectividad visible, que nos ayude a defendernos del heterosexismo y la homofobia. Que interpele con su presencia a la sociedad, y nos permita vivir, mejor que peor, nuestras aspiraciones sexuales y afectivas.
El que existan estos lugares reservados (cada vez menos excluyentes) no nos obstaculizan para realizar nuestras vidas profesionales y familiares. Aunque para algunos signifiquen todavía una “doble vida”.
La vida social gay ha cambiado mucho en los últimos años y seguirá cambiando mucho más. No es un modelo cerrado, ni tampoco necesario. Dependerá del momento histórico que vivamos en relación a la sociedad. Y por ahora lo que no debemos es bajar la guardia, pues la homofobia sigue muy presente a nuestro alrededor, e incluso en nuestras propias cabezas.

Septiembre 2003
Zero 56